Reflexiones Bíblicas
San Lucas 11,42-46

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo el Señor: "¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!" Un maestro de la Ley intervino y le dijo: "Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros." Jesús replicó: "¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!"

COMENTARIOS

"Malditos vosotros, fariseos, porque amáis los primeros puestos y ser saludados en la plaza pública"

La verdadera humildad de corazón es más sentida y vivida interiormente que al exterior. Cierto, es preciso mostrarse siempre humilde en presencia de Dios, pero con esta falsa humildad que no conduce más que al desaliento, agotamiento y a la desesperación. Debemos tener una mala reputación de nosotros mismos, no hacer pasar nuestro propio interés antes que el los demás y juzgarnos como inferiores a nuestro prójimo.

Si es cierto que nos hace falta mucha paciencia para soportar las miserias de los demás, nos precisa aún mucha más para aprender a soportarnos a nosotros mismos. Ante tus cotidianas infidelidades, haz continuamente actos de humildad. Cuando el Señor te verá así arrepentido, extenderá su mano hacia ti y te atraerá hacia él.

Nadie merece nada en este mundo; es sólo el Señor quien nos lo concede todo, por pura benevolencia y porque, en su infinita bondad, nos todo.

San [Padre] Pío de Pietrelcina (1887-1968), capuchino