Reflexiones Bíblicas

San Lucas 21,34-36

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

El pasaje de este día sigue inmediatamente a la descripción del asedio de Jerusalén. Todo sucede como si se tratara de una catástrofe cósmica que trastorna incluso los astros y sume a los hombres en la mayor confusión. Era un procedimiento clásico de los apocalipsis judíos: describir la ruina de una ciudad como un "Día de Yahvé", que llevaba consigo catástrofes de orden cósmico. Lucas no pretende necesariamente anunciar el fin del mundo; tan sólo decir que la caída de Jerusalén será una etapa decisiva en la implantación del reino de Yahvé, en el mundo.
La intervención de toda la naturaleza en el momento de la caída de Jerusalén, sigue siendo un reflejo de una concepción bíblica que presenta el reino mesiánico como una nueva creación, que pone en entredicho los fundamentos de la antigua creación.
 Lucas anuncia la "venida del Hijo del hombre entre nubes". Se trata, evidentemente, del misterioso personaje anunciado por Daniel y a quien se confiará el juicio de las naciones. Para Lucas, esta manifestación del Hijo del hombre-Señor de los pueblos coincide con la caída de Jerusalén. Se comprende mejor esta sustitución si se tiene presente que el templo era considerado precisamente como el punto de la gran concentración de las naciones bajo el imperio de Yahvé y que Cristo tuvo especial cuidado en atribuir esa prerrogativa a "aquel que viene" o a "aquel que viene sobre la nube". "Venir sobre la nube" designa un personaje aureolado por la gloria divina: los cristianos aplicarán sin dificultad esta expresión a Cristo resucitado. Cristo "viene sobre la nube" desde el momento de su resurrección. Y todo acontecimiento que sirve para establecer su soberanía sobre el mundo es una nueva "venida sobre la nube" de aquel que ha adquirido todo imperio sobre el mundo para ser siempre y hasta el fin de los tiempos "El que viene".
Cada conversión del corazón, mediante la que el hombre se abre más y más a la acción del Espíritu del Resucitado y cuenta un poco menos con la "carne", es una nueva manifestación de esa venida. Cada asamblea eucarística, reunida precisamente "hasta que Él vuelva" y beneficiaria de esa gloria y de ese poder del Hijo del hombre sobre la nube, es el jalón por excelencia de ese acontecimiento.