Reflexiones Bíblicas

San Juan 19,25-27

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. 

Leer el comentario del Evangelio por : San Siloán (1866_1938) monje ortodoxo 

"Tú quisiste constituirla en Madre nuestra cuando estaba junto a la cruz de Jesús" (Oración sobre las ofrendas)

Cuando el alma está penetrada del todo por el amor de Dios, entonces, todo es bueno, todo está lleno de dulzura y de gozo. Pero, incluso entonces, nadie se escapa de la aflicción, y cuando mayor es el amor, mayor también la aflicción. La Madre de Dios no tenía pecado alguno, ni por un simple pensamiento, nunca perdió la gracia. Sin embargo, ha sufrido grandes aflicciones. Cuando estaba al pie de la cruz, su pena era inmensa como el océano. El dolor de su alma era incomparablemente mayor que el de Adán cuando fue echado del paraíso, porque el amor de María era incomparablemente mayor que el de Adán. Quedó con vida gracias al Señor que la sostenía, porque él quería que viera su resurrección, y que después de la ascensión se quedara en el mundo para consolar y alegrar a los apóstoles y el nuevo pueblo cristiano.