Reflexiones Bíblicas

San Lucas 9,51-56

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?". Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. 

Comentario de Marcel Bastin:

La suerte está echada. Jesús se afirmó en su voluntad y tomó el camino de Jerusalén; pero el viaje que emprende, y que no terminará más que con la ascensión, después de su victoria sobre el sufrimiento y la muerte, es como un éxodo personal. Por ese camino, Jesús irá aprendiendo, día tras día, a conocer la voluntad de su Padre, una voluntad que irá descubriendo en la oración. 

Fue enviado a los hombres y entregado en sus manos para un juicio. El suyo, en primer lugar, que lo llevará a la muerte, a pesar de su inocencia; luego, el de sus verdugos, que será -como ya nos lo advirtió Lucas- un juicio de gracia y de perdón. Ciertamente, habría sido fácil incendiar las ciudades rebeldes, pero Jesús no había venido para eso.