Reflexiones Bíblicas

San Lucas, 10, 17-24

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Los setenta y dos volvieron llenos de alegría, diciendo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre". 

Y Jesús les dijo: "Yo veía a Satanás cayendo del cielo como un rayo. 

Ved que os he dado poder de pisar serpientes y escorpiones, y sobre todas las fuerzas del enemigo, sin que nada os dañe. 

Pero no os alegréis de que los espíritus os estén sometidos; alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en el cielo". 

En aquel momento, lleno de gozo bajo la acción del Espíritu Santo, dijo: "Yo te alabo, Padre, señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los hombres sabios y a los entendidos, y se las has manifestado a los sencillos. Sí, Padre, porque así has querido. 

Mi Padre me ha confiado todas las cosas; nadie conoce al hijo sino el Padre; y nadie conoce al Padre sino el hijo y aquel a quien el hijo se lo quiera manifestar". 

Se volvió a los discípulos y les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! 

Os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis y no lo vieron, y oír lo que vosotros oís y no lo oyeron". 


Comentarios de Thierry Maertens

Tenemos el deber de revelar al hombre que escape verdaderamente a la fatalidad y que conserve su propia vida en sus manos. Realizamos esta función cuando denunciamos la servidumbre del hombre a las potestades económicas y políticas de todos los confines y colaboramos en la edificación de un universo realmente humano. Realizamos esta función cuando liberamos a nuestros hermanos de la adquisición de atavismos y hábitos, del legalismo y sacralizaciones ilusorias.

Pero no basta con denunciar las alinaciones; es preciso curar heridas. "Hacer bajar a Satán del cielo", es hacer las ciudades más humanas, es luchar contra las segregaciones de todas clases, es suprimir las razones que motivan la opresion, es reformar las estructuras políticas cuando se muestran incapaces de resolver los problemas de la sociedad moderna (alojamiento, enseñanza, etc.), es luchar contra las enfermedades mentales, la vejez y el aislamiento, es rechazar las presiones que arrastran a los hombres al vicio y a la injusticia.