Reflexiones Bíblicas

San Lucas 10,1-9

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'. 

Leer el comentario del Evangelio por : Concilio Vaticano II Decreto sobre la formación para el apostolado (AA), No 33 

"...el Señor los envió por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares que él pensaba visitar." (cf Lc 10,1)

El sacrosanto Concilio ruega encarecidamente en el Señor a todos los laicos que respondan de buen grado, con generosidad y prontitud de corazón, a la voz de Cristo, que en esta hora los invita con particular insistencia, y al impulso del Espíritu Santo. Sientan los jóvenes que esta llamada va dirigida de manera especial a ellos, y recíbanla con entusiasmo y magnanimidad. 

Pues es el propio Señor, por medio de este santo Sínodo, quien invita de nuevo a todos los laicos a que se unan a El cada vez más íntimamente y a que, sintiendo como propias las cosas que a El le pertenecen (cf Flp 2,5), se asocien a su misión salvífica. Es El quien los envía de nuevo a toda ciudad y lugar adonde El mismo ha de ir (cf Lc 10,1), de modo que en las diversas formas y maneras del único apostolado de la Iglesia, en constante adaptación a las nuevas necesidades de los tiempos, se ofrezcan a El como cooperadores, trabajando siempre con generosidad en la obra del Señor, sabiendo que su trabajo no es vano delante del Señor (cf 1 Cor 15,58)