Reflexiones Bíblicas

San Mateo 9,14-15 

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?" Jesús les dijo: "¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán."



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Lucas coloca, al comienzo del Evangelio, dos himnos de mujeres proféticas y orantes que abren el camino del Reino de Dios. Ellas protagonizan la historia de la salvación. Isabel, la de Judá, convoca al pueblo alrededor de la gran misericordia que el Señor le había hecho (Lc 1,57). María, la de Nazaret, asume con asombro y riesgo el proyecto de vida anunciado por el ángel Gabriel (Lc 1,26_38). Teología poética, profética, popular irrumpiendo entre mujeres marginadas en las fronteras judías. Teología de esperanza, de vida, de "embarazos" asombrosos, de liberación.

La bendición de Dios, igualitaria, justa e incluyente, se ha posado sobre una mujer. Favorece en primer lugar a los oprimidos, a los pobres, a los discriminados y marginados. La bendición de Dios se ha posado sobre el vientre de una mujer, enalteciendo su cuerpo, su sexo, su fruto, su maternidad. ¡Bendita mujer! ¡Bendito vientre! ¡Bendito reino de Dios!. Feliz. Porque cree, porque espera, porque ama, porque lucha, porque sueña. Feliz, porque creyendo así nos enseña cómo creer, en quién creer, en qué creer, para qué creer. Feliz mujer porque creyó en las promesas de Dios y así sostuvo la esperanza. Su esperanza y la esperanza de su pueblo. Porque fe sin esperanza no tiene sentido. Porque esta fe y esta esperanza son vida, son justicia, son paz, son alegría y coraje de los pequeños. Feliz porque guardaste en la memoria y en el corazón las cosas que le fueron dichas por parte de Dios. Tales cosas te hicieron aún más feliz. ¡Bienaventurada, tu, mujer!