Reflexiones Bíblicas

San Mateo 21,33-43.45-46

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?" 

Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos." Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta. 

COMENTARIOS

Esta parábola de hoy la tenemos que leer pensando en todo lo que significa para el pueblo de Israel el tema de la "Viña". En un canto bellísimo (Is 5,1-6) el profeta Isaías exalta el cuidado amoroso de Dios por su pueblo que considera una "viña". Pero todos esos cuidados no sirvieron. La viña solo produjo frutos ácidos y el amor del dueño se vuelve una desilusión. Esta comparación la aplica el profeta a la situación de Israel durante el destierro en Babilonia. El Salmo 80 usa el argumento para pedirle al Señor que no abandone su viña: "Sacaste una vid de Egipto y la transplantaste, creció más que el cedro y sus ramas llegaban desde el Mar hasta el Gran Río..."

Pero en la época de Jesús, la situación que se vivía vuelve a ser la misma. Y esta vez, según el final que nos propone la parábola de Jesús, Dios volverá a mirar con ternura su viña pero esta vez la alquilará a otros trabajadores que le lleven el fruto a su tiempo (21, 41). 

Esta parábola nos sirve muy bien como fondo para hacer una lectura de toda la Historia de Salvación. Pero, debemos prestar mucha atención. Las comunidades cristianas no son las nuevas ‘propietarias’ de la viña. Nosotros no somos dueños del pueblo de Dios, sino que hacemos parte de él. Nuestro deber es cuidar, conservar y hacer crecer ese pueblo en la historia