Reflexiones Bíblicas

San Mateo 5,20-26. Comentario del Evangelio Padre Juan Alarcón Cámara

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras. 

COMENTARIOS

¡Qué bien si se pudiera afirmar de los seguidores de Jesús que somos sal de la tierra y luz del mundo! 

La sal es garantía de incorruptibilidad, pues sirve para evitar que las carnes se corrompan; además, da sabor a los alimentos. En el libro del Levítico (2, 13) se dice que todo sacrificio ofrecido a Dios debe estar bien sazonado. Los pactos –y también la alianza entre Dios y la humanidad (Nm 18,19)- se rubricaban con sal, como símbolo de algo que nunca va a fallar, algo permanente y firmemente establecido. Según este dicho de Jesús, los discípulos son como la sal, que garantiza esta alianza de Dios con la humanidad. De su fidelidad al programa de Jesús depende que se lleve a cabo la liberación de la humanidad. Si la sal se pone sosa, esto es, si los cristianos no son fieles al plan de Dios, no sirven para nada, han perdido su razón de ser en este mundo, se vuelven inútiles, mereciendo el desprecio de los hombres -ya no sirve más que para tirarla a la calle y que la pisotee la gente- haciendo imposible su liberación.

La luz representa en la Biblia la gloria o esplendor de Dios que, según Isaías 60,1-3, había de brillar sobre la ciudad santa de Jerusalén, sobre Israel, sobre la Ley y el templo. Ahora son los cristianos los que tienen que hacer presente ese esplendor de Dios en el mundo. La gloria de Dios no se manifiesta ya en Jerusalén, ni en la ley, ni en el templo, lugares o instituciones exclusivos del pueblo de Israel, sino en toda la tierra; se manifiesta en el modo de obrar de los que siguen a Jesús, esto es, en sus obras a favor de los pueblos y de su liberación.