Reflexiones Bíblicas

San Mateo 6, 19-23

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman, ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón. 

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!" 

COMENTARIOS

Este texto viene a explicar la primera bienaventuranza, que hemos traducido como “dichosos los que eligen ser pobres”. Esta bienaventuranza es una invitación a no amontonar riquezas en la tierra, pues la acumulación de riquezas hace que, mientras unos tienen para comer y hartarse, otros no tengan nada que llevarse a la boca. Y esto contradice el designio de Dios sobre la humanidad. Porque donde Dios reina, no puede reinar el dinero, el otro dios de la inmensa mayoría de la gente, que no adora al Dios de Jesús, Padre, que hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos, aunque nosotros no lo entendamos.

Por eso el evangelio invita a ser espléndido, imagen que en nuestra cultura es símbolo de la generosidad, único camino para acabar con tanta injusticia como existe en nuestro mundo. El desprendimiento efectivo de los bienes es el camino que nos llevará a la comunión de bienes, al compartir lo que somos y tenemos con aquellos que tienen menos o no tienen acceso ni siquiera a lo necesario para sobrevivir. En un mundo en el que lo legal puede ser injusto, hay que vencer con generosidad la injusticia del mundo. Y este camino es el que debe transitar el cristiano: “hacerse pobre para que no haya pobres”. No es extraño que Jesús diese esta inusitada recomendación a los ricos que encontró en su camino: “Ve, vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme”… Pero tampoco extraña que quienes adoran más al dinero que a Dios, no estén dispuestos a seguir este camino de pobreza voluntaria para luchar contra la pobreza colectiva. Y nosotros ¿por qué camino transitamos?