Reflexiones Bíblicas

San Mateo 11,25-27

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar." 

COMENTARIOS

En una sociedad donde el prestigio era una forma de poder y de seguridad económica, la ignorancia era vista no sólo como una ausencia de conocimiento sino como una ‘marca’ indeleble sobre las personas que carecían de instrucción o enseñanza. Algunos grupos de la época de Jesús consideraban ‘malditos’ a todos aquellos que no conocieran la ley a profundidad. Jesús denuncia esa falsa religiosidad que contradice el fundamento misma de la acción salvadora de Dios. La salvación no depende de una mayor o menor pericia en las complicadas lides de la interpretación bíblica, sino en la capacidad para captar el paso del Señor en la historia y en la disponibilidad para acudir al llamado de Dios.

La gente sencilla que seguía a Jesús tenía un conocimiento bastante general del texto bíblico que no era suficiente a los ojos de los ‘doctos e instruidos. Jesús instruye a la gente sencilla en la Palabra de Dios, pero no en los intrincados meandros de la casuística legal, sino en aquellas claves de comprensión que le permiten al lector entender la Biblia como un libro abierto que perennemente comunica una profunda y esencial experiencia de Dios.