Reflexiones Bíblicas

San Mateo 14,1-12

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes: "Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él." Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: "Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista." El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús. 

COMENTARIOS

La muerte de Juan Bautista, el profeta que proclamaba la llegada del Mesías esperado a orillas del río Jordán, fue el fruto de la decisión del rey Herodes, para quien le resultaba incomodo el mensaje que este profeta anunciaba.

El rey Herodes Antipas, hijo del rey Herodes el Grande, era el tetrarca de Galilea y Perea, donde ejercía su gobierno con mano firme y poderosa, lo mismo que su fuerza opresora estaba bajo el control permanente de Roma, el imperio que tenía en Herodes un rey títere. Este mismo Herodes es el que va a aparecer más adelante en los relatos de la pasión y muerte de Jesús. 

Para los poderosos de todos los tiempos, la violencia es el único recurso para demostrar su poder y acabar con las voces que se opongan a sus "políticas de gobierno", y ante todo a su vida privada, que es un escándalo para muchos. Juan Bautista debió incomodar enormemente a este poderoso rey, que primero lo llevó a la prisión y luego lo asesinó, para que no le siguiera molestando con sus denuncias. 

Hoy son muchos los Herodes, que a su turno, se creen los dueños del mundo y gobiernan con su fuerza económica, política y hoy más que nunca militar, a los pueblos que se les deben someter.

Pero también hoy muchos profetas, individuales o colectivos, anuncian y denuncian con sus palabras, pero sobre todo con su testimonio de vida, a los poderosos que quieren manejar la conciencia de los pueblos. Estos profetas siempre van a ser rechazados por las sombras de muerte que manejan los poderes egoístas de este mundo.