Reflexiones Bíblicas

San Mateo 25,1-1

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora." 

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Jesús concentró la mayor parte de su mensaje en parábolas y comparaciones que le permitían al común de la gente comprender los complejos misterios del reino de Dios. Las parábolas se concentran en el desarrollo de una historia que cautiva la atención de los oyentes y los obliga a tomar una opción. Las parábolas parten de temas cotidianos y plantean grandes dilemas al comportamiento humano. La boda, la cosecha, la pérdida de las ovejas son los grandes acontecimientos de la vida cotidiana hecha de pequeñas noticias y enormes alegrías.

La parábola que hoy leemos nos pone ante un dilema fundamental: ¿cómo debemos prepararnos para la irrupción del reino?. Todos los cristianos sabemos de antemano que la experiencia del reino puede irrumpir sorpresivamente en nuestras vidas; sin embargo, pocas veces estamos preparados para vivirla gozosamente. Para Jesús la irrupción del reino es, al mismo tiempo, una experiencia festiva y exigente que nos obliga a volcarnos completamente en el proyecto de Dios. Si quedamos por fuera no es porque alguien nos excluya, sino por falta de previsión. El aceite de reserva simboliza la capacidad de lucha y resistencia para esperar el reino de Dios en la más cerrada noche de la historia. Las lámparas de nuestra fe son esas diminutas llamas que iluminan nuestro camino y nos permiten estar seguros de la gran utopía del reino, aún en medio de las tinieblas.