Reflexiones Bíblicas

San Mateo 5,43-48

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J



Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. 

Leer el comentario del Evangelio por San Policarpo (69_155) obispo y mártir 

"Amad a vuestros enemigos, orad por los que os persiguen"

Quedemos firmemente unidos a nuestra esperanza y nuestro premio: Cristo Jesús. Sobre el madero ha llevado nuestras culpas en su cuerpo. No obstante "él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca" (1P 2,22) Pero para que nosotros vivamos en él ha soportado todo esto. Imitemos su paciencia y si padecemos a causa de su nombre, démosle gloria. Este es el ejemplo que él mismo nos dio y que anima nuestra fe... ¡Perseverad en estos sentimientos y seguid el ejemplo del Señor, firmes e inquebrantables en la fe, amando a los hermanos, llenos de afecto mutuo, unidos en la verdad, acompañándoos unos a otros con dulzura, como el Señor, no despreciando a nadie...

Estoy convencido de que estáis muy instruidos por los libros sagrados y que no ignoráis ninguno de sus misterios. Yo no soy tan erudito. Pero esta cita de las Sagradas Escrituras me basta: "si os dejáis llevar de la ira, que no sea hasta el punto de pecar." (Ef 4,26) ¡Dichoso el que se acuerda de esta palabra! Creo que vosotros sois de éstos.

Que Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, y él mismo, el Sumo Pontífice eterno, Jesucristo, el Hijo de Dios, os fortalezca en la fe y en la verdad, con toda dulzura, sin cólera, en la paciencia, la longanimidad, la valentía y la castidad. Que él os haga partícipes en la heredad de los santos, igual que a nosotros y a todos los que viven bajo el cielo y creen en Nuestro Señor Jesucristo y en su Padre que lo resucitó de entre los muertos. ¡Orad por todos los santos! ¡Orad también por los reyes, los príncipes, los magistrados, por todos aquellos que os persiguen y os odian, por los enemigos de la cruz, y así, todos puedan contemplar el fruto de vuestras vidas.