Reflexiones Bíblicas

San Mateo 2,13-18

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo." José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: "Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto." Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: "Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven". 

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Hoy celebramos la festividad de los Santos Inocentes que para muchas partes de nuestro continente latinoamericano tiene un sentido particular. La Iglesia desde hace muchos siglos, ha visto en el evangelio que hemos escuchado, la muerte de los niños inocentes por los celos de Herodes al saber que iba a nacer otro rey y, además, al verse burlado por los Magos de Oriente. El texto tiene claras referencias a la infancia de Moisés en Egipto y cómo el faraón, por miedo a una rebelión de esclavos, manda matar a todos los niños varones. La expresión De Egipto llamé a mi hijo refuerza la idea de identificar a Jesús con el Nuevo Moisés que vendrá para sacar al pueblo de la esclavitud de la muerte y del pecado.

Es muy difícil decir con seguridad si los acontecimientos narrados se llevaron a cabo históricamente, lo que sí es cierto es el hecho de que muchos niños, hombres y mujeres cristianos murieron en los primeros cuatro siglos a causa de su fe. Creer en Jesús implicaba decirle no a los otros dioses del imperio, incluido el emperador mismo; establecer nuevas relaciones entre los hombres y tratarse como realmente hermanos. Celebrar los santos inocentes es celebrar la memoria de nuestros hermanos que nos legaron con su vida y con su sangre la esperanza en un mundo mejor y la fe en el reino de Dios que tiene su realización plena en Jesucristo.