Reflexiones Bíblicas

San Mateo 20,17-28

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará." 

Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre." 

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos." 


COMENTARIOS

En la época de Jesús muchas personas habían idealizado la figura del rey David. El antiguo reino de Israel era para muchos la gran utopía. El evangelio, se muestra cauteloso frente a esta mentalidad y pone en evidencia algunas causas que produjeron la división y el fin del reino davídico.

El antiguo reino organizado bajo la espada de David y mantenido por Salomón se desmoronó por causa de las ambiciones económicas y políticas de los herederos del trono. Las tribus del norte no soportaron las duras cargas laborales y militares impuestas desde Jerusalén y se independizaron buscando rehacer los antiguos ideales tribales. Pero esta iniciativa no prosperó. Los líderes del reino del norte se enfrascaron en una sangrienta lucha interna que facilitó su caída.

El evangelio recoge esta experiencia en la contienda entre el grupo de los diez y el grupo de los dos. Los diez representan los antiguos ideales de Israel. Los dos, las descaradas ambiciones del reino de Judá. Jesús, sin embargo, dirime la contienda atacando la raíz que dio origen a la división del pueblo de Dios.

La respuesta de Jesús pone en evidencia la ambición de poder que mueve a los discípulos en la búsqueda del Reino. El poder es una de las grandes tentaciones que conducen a los gobernantes al despotismo y a la violencia. Jesús les recuerda a sus seguidores que no están exentos de caer en la envolvente espiral del absolutismo. Para vencer esta dinámica propone su alternativa: el servicio.

Únicamente por medio del servicio desinteresado, generoso y entusiasta el ser humano se libera de la implacable atracción que ejerce el poder y el autoritarismo. En esto Jesús da un ejemplo tan contundente que toda su existencia se puede considerar el modelo de la nueva humanidad.