Reflexiones Bíblicas
San Mateo 28,8-15

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos." Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán." 

Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: "Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros." Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy. 

COMENTARIOS

En el evangelio de Marcos, las mujeres, tras ir al sepulcro y recibir el anuncio del ángel, "no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo". En el evangelio de Lucas, sin embargo, con miedo, pero también con mucha alegría, se marchan del sepulcro para anunciar a los discípulos que Jesús los espera en Galilea. Allí, lejos de la institución judía que ha llevado a la cruz a Jesús, todo comenzará de nuevo. La alegría y no el miedo es la actitud básica del cristiano y, por eso, es también la primera palabra del resucitado a las mujeres: "Alégrense". Jesús se dirige a ellas que se postran para abrazarle los pies, pero Jesús no las retiene en este gesto de servicio y sumisión, sino que las invita a dar a sus hermanos la buena noticia de la vida. Jesús llama a los discípulos "hermanos"; en la cena los había llamado "amigos". Con la resurrección comienza un mundo nuevo en el que ya no hay discípulo ni maestro, "hombre ni mujer, esclavo ni libre, sino que todos son uno gracias al Señor Jesús que enseña a todos a llamar Padre a Dios". 

Pero hay quienes, como los sumos sacerdotes, no aceptan ese orden nuevo y quieren acallar la noticia con dinero. Como hicieron antes con Judas para que les entregase a Jesús, ahora prometen a los soldados darles una suma considerable a condición de que digan que han robado su cadáver. Y es que la buena noticia de la resurrección tiene un carácter tan subversivo y denunciador del orden injusto que es mejor que no se difunda.