Reflexiones Bíblicas
San Mateo 5, 33-37

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Sabéis que se mandó a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno".

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Según la tradición judía, pronunciar el nombre de Dios era considerado blasfemo. Cuanto más si se trataba del juramento. Pero muchos se valían de este recursos para buscar credibilidad ante los demás. Jesús cuestiona rotundamente esta actitud La persona que vive con transparencia, honestidad y rectitud no necesita está colocando a Dios por testigo de sus actos. Su vida misma se encargará de hablar por sí sola. Lo demás es adorno, falsedad, doble moral.

Hoy fácilmente envolvemos en ropaje religioso nuestros actos un tanto dudosos. La fuerza de la palabra ha perdido valor. Ni siquiera los documentos escritos y firmados son garantía de veracidad. La trampa, el engaño, el encubrimiento y la mentira se han convertido en la norma suprema de vida. Es urgente recuperar la verdad y la honradez como valores fundamentales que harán de nuestro mundo una casa de hermanos que se miran y conviven sin engaño ni recelo.

Padres de familia, maestros, catequistas, educadores, comunicadores, predicadores tenemos el gran desafío de recuperar con fuerza el valor de la palabra como vehículo de comunión fraterna. He ahí el gran desafío a nuestro compromiso evangelizador.