Reflexiones Bíblicas
San Mateo 5, 43-48

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto".

COMENTARIOS

El mandamiento del amor es el precepto cristiano por excelencia. Pero este valor fundamental del evangelio rebasa lo meramente emocional o sentimental. El amor se traduce en tolerancia, comprensión, fraternidad, solidaridad, reconciliación, servicio, acogida, etc... Y también en el amor auténtico a los adversarios y enemigos. Ahí radica la veracidad y novedad de la propuesta evangélica.

Pero el amor a los enemigos no lo debemos entender como una aceptación pasiva y acrítica del adversario sin más. Exige romper la barrera de separación, buscar por todos los medios hasta agotarlos el acercamiento al contrario, hacer esfuerzos por superar el conflicto, buscar la mutua conversión del corazón. Recordemos que el amor evangélico es un dinamismo transformador de los esquemas mentales montados en ideologías discriminantes y excluyentes. El amor debe ser la fuerza que mueve a la humanidad y la encamina hacia la plenitud del Reino. 

El amor eficaz hacia el adversario rompe el circulo vicioso de la venganza, la violencia y la impunidad que adquiere ropajes individuales, institucionales y estructurales. Nuestro compromiso cristiano nos impulsa a destruir estos círculos viciosos para hacer resplandecer la justicia, la verdad y el amor.