Reflexiones Bíblicas
San Mateo 9, 32-38

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó el demonio, y el mudo habló. La gente decía admirada: "Nunca se había visto en Israel cosa igual". En cambio, los fariseos decían: "Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios". Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, "como ovejas que no tienen pastor". Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies". 

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La curación del endemoniado despierta diversos sentimientos y actitudes hacia Jesús. Admiración en el pueblo y rechazo en los fariseos, observantes de la ley. Sin embargo Jesús continúa su ministerio como misionero itinerante. Recorre aldeas y ciudades anunciando la buena noticia y sellando con signos eficaces su palabra. Se da cuenta que las tarea es grande. Observa como el pueblo se halla perdido, desorientado y desesperanzado. El es consciente de la necesidad que otros contribuyan en la obra de la evangelización.

Nada diferente de nuestro mundo. La violencia, el consumismo, el egoísmo y el sensacionalismo es un ambiente que permea nuestro mundo. Los jóvenes buscan un sentido para su existencia, una razón de vivir. Son muchas las urgencias de humanismo y evangelio y pocos los hombres y mujeres que se quieren comprometer con esta tarea. Oremos por las vocaciones misioneras para el Señor de la historia suscite hombres y mujeres que le apuesten todo al servicio del Reino de la Vida.