Reflexiones Bíblicas
San Mateo 10, 34-11, 1

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: "No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. 

El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro". 

Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades. 

COMENTARIOS

La afirmación de Jesús es fuerte, contundente. Definitivamente Jesús es sorprendente. Afirmar que no ha venido a traer la paz sino la espada es demasiado. ¿acaso no es el Mesías de paz? ¿En que quedamos? Si a nosotros nos produce desconcierto esta afirmación de Jesús, cuanto más para sus oyentes más próximos.

En primer lugar, hay que ubicar el pasaje en el contexto de la primitiva comunidad que está en el trasfondo del evangelio de Mateo. Eran tiempos difíciles como bien sabemos. La persecución y el martirio estaban a la orden del día. Había que encontrar un sentido al sufrimiento y a la contradicción. 

En segundo lugar, Sí Jesús fue causa de controversias y profundas contradicciones también lo serán sus seguidores. De manera tal que la persecución y el martirio forman parte de la coherencia y fidelidad en el seguimiento del maestro. 

El evangelio vivido a cabalidad siempre será motivo de contradicción y conflicto. No porque lo queramos buscar sino porque entra a cuestionar nuestro estilo de vida y eso, desde luego, incomoda. Muchos cristianos en América Latina y en el mundo entero han sido causa de división y contradicción por su compromiso inspirado en el evangelio.