Reflexiones Bíblicas
San Mateo 13, 18-23

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: 

Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. 

Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. 

Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno." 

COMENTARIOS

No basta con saber mucho de la Palabra de Dios. Es necesario escucharla, es decir, dejarse alcanzar por ella, dejarse seducir. La Palabra hay que rumiarla, asimilarla, hacerla vida. A veces nos contentamos con escuchar las lecturas de la misa y la explicación del presbítero y nos basta. La mayoría de las veces la palabra nos "resbala" es decir, no nos afecta para nada. Otros se contentan con saber muchas cosas de la Biblia y hasta se aprender versículos y pasajes largos. Son textos sacados de su contexto cultural y teológico que no tienen mordiente en la vida.

La palabra de Dios no solamente está revelada en la escritura canónica. Aunque ella es para nosotros los creyentes el marco de referencia que ilumina nuestra vida y nuestra realidad. También la realidad histórica, interpretada debidamente a la luz de la fe, es palabra de Dios. Escuchar la palabra y dejarla germinar en nosotros y en los otros es sembrar en tierra buena. El criterio es que dicha palabra produzca frutos de amor, perdón, paz, justicia, verdad, etc. De lo contrario es una semilla que ha caído en tierra inservible o estéril. ¿Qué clase de terreno somos?