Reflexiones Bíblicas
San Mateo 14, 22-36

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Después que sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaron a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento les era contrario. 

De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: "¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua". El le dijo: "Ven". Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor, sálvame". En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado? 

En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios". Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados. 


COMENTARIOS

El profeta Jeremías recuerda el gran ideal del éxodo: «ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios». El pueblo está de nuevo en camino hacia la «tierra prometida» y se propone realizar el proyecto que Dios le ha encomendado. Sin embargo, como en la oportunidad anterior, prevalecen los intereses particulares de ciertos grupos que toman el control y la tierra que debería ser un escenario de paz y alegría, se convierte rápidamente en lugar de violencia y dolor. Jesús, fiel a la tradición profética, educará a su comunidad en unos valores que permitan construir un proyecto alternativo, donde sea posible vivir la justicia, la fraternidad y la paz.

Los discípulos habían desarrollado una actitud de dependencia respecto a Jesús. Él, en cambio, los anima a embarcarse solos y a tomar la delantera en la misión. La comunidad navega en la barca con viento contrario en medio de la oscuridad. Todavía retienen en su memoria la experiencia de la multiplicación de los panes y se preguntan por qué Jesús despidió a la multitud luego de que ha solucionado el problema del alimento.

Jesús los sorprende en la mañana y los discípulos no lo reconocen. El los anima identificándose. Pedro, que siempre quería saber si Jesús era el Mesías, pide una prueba para creer. Jesús accede, pero la fe de Pedro falla. El viento, que es símbolo de las fuerzas del mal, lo hacen temer y se hunde, aunque tiene a Jesús a la vista. Afortunadamente, el Maestro es solícito para ayudarlo y lo rescata a tiempo.

La comunidad cristiana experimentó muchos temores porque pensaba que Jesús no estaba con ellos. Temían al mal y creían que en cualquier momento la barca, símbolo de la propia comunidad, sucumbiría a la acometida de las olas. También, con frecuencia, caían en la tentación de pedirle pruebas a Jesús, pero su fe fallaba. Jesús, sin embargo, está atento a ayudarles cuando se están hundiendo y a navegar con ellos para continuar el camino de la misión.

Nosotros a veces dudamos de la fuerza de Dios y pensamos que nuestras comunidades, por ser débiles y pequeñas, sucumbirán ante la presión del mundo. Sin embargo, Jesús siempre está ahí para decirnos «¡Ánimo, no tengan miedo!». Debemos fortalecer nuestra fe en él y enfrentar las olas de la injusticia, la violencia y la impunidad que se levantan contra nuestra frágil barca.

¿Cuál es nuestra actitud ante Jesús? ¿Acudimos al maestro sólo cuando nos hallamos sumidos en el dolor y el desconcierto?