Reflexiones Bíblicas
San Mateo 19, 3-12

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: "¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?" El les respondió: "¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre"". Ellos insistieron: "¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?" El les contestó: "Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así. Ahora os digo yo que si uno se divorcia de su mujer -no hablo de prostitución- y se casa con otra, comete adulterio". Los discípulos le replicaron: "Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse". Pero él les dijo: "No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el Reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga".

COMENTARIOS

El profeta Ezequiel nos presenta las relaciones entre Dios y su pueblo como un matrimonio. Dios rescata a su pueblo de la miseria, como un valiente rescata la doncella en apuros. Sin embargo, este amor no se ve correspondido por la infidelidad de la prometida. El profeta nos muestra como la propuesta de amor, justicia y paz que Dios hizo a su pueblo no se realizó nunca. Por eso, el profeta exhorta a ponerse de parte del Señor, como lo haría una novia enamorada de su futuro esposo.

Los fariseos se acercan a Jesús para ponerlo a prueba en el conocimiento de la ley. Jesús con su respuesta les sale adelante, pues el asunto no es la exactitud de la ley sino el valor de las personas. Efectivamente, en la sociedad judía de la época, los varones tenían todas las ventajas, eran los propietarios de la tierra, de los bienes y de sus esposas. Podían despedirlas cuando quisieran y, muchas veces, sin causa justificada. Estas mujeres quedaban entonces en la más absoluta pobreza y corrían el peligro, si no se casaban pronto, de perder toda su dignidad.

Ante tal actitud, lo importante no es la ley de Moisés, sino la dignidad de las personas, especialmente de las mujeres. La ley puede ser manipulada al acomodo de quienes quieren sacar ventajas. La ley no muestra necesariamente el verdadero plan del Dios para los seres humanos. Jesús insiste en que el sentido de que la creación llama a la igualdad entre las personas y que el matrimonio no es ocasión para sacar ventaja. Ante esta respuesta tan clara y tajante, los discípulos se preguntan por el provecho del matrimonio. Jesús de nuevo les sale al paso con una respuesta novedosa: el celibato es un don de Dios que debe estar al servicio del Reino, de lo contrario, sería simplemente una soltería mal empleada.

Las leyes hoy siguen siendo ventajosas para los varones. Se ha avanzado mucho en la igualdad entre los sexos pero todavía falta mucho camino por recorrer y muchas realidades que transformar. Pues, la cultura occidental sigue aferrándose a un machismo desconsiderado y a un desprecio por la diferencia. Jesús nos llama a valorar a las personas conforme el plan de Dios, a no buscar ventajas en la relación de pareja y a considerar el celibato como un servicio al Reino. 

¿Cuál es nuestra actitud ante las desventajas e injusticias que nos impone la cultura actual? ¿Estamos dispuestos a hacer realidad al interior de nuestras familias los valores de la justicia y el respeto?