Reflexiones Bíblicas
San Mateo 19, 16-22

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo se acercó uno a Jesús y le preguntó: "¿Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? Jesús le contestó: "¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos". El le preguntó: "¿Cuáles?". Jesús le contestó: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo". El muchacho le dijo: "Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?". Jesús le contestó: "Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego vente conmigo". Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.

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El profeta Ezequiel nos muestra la triste realidad de los exiliados que no tuvieron tiempo de llorar a sus muertos debido al desplazamiento forzado. En la cultura hebrea, al igual que en la nuestra, las expresiones de duelo y dolor ante la pérdida de los seres queridos ocupan un lugar importante en la vida de la gente. Sin embargo, el profeta convierte esta ausencia de manifestaciones de pena y sufrimiento en un símbolo que recuerda la triste situación de las personas que habiendo sido desposeídas no tienen tiempo para lamentaciones. El dolor entonces se intensifica hasta un grado extremo y la gente sufre e su interior sin poder comunicar su frustración. La ropa ordinaria, entonces, se convierte en el vestuario habitual de duelo y el dolor no tiene medios de ser canalizado.

Esta situación paradójica la vivimos en nuestro continente debido a la violencia endémica que se ha apoderado de nuestras naciones. La magnitud de la pobreza, la miseria y la exclusión es tal que ya no hay espacio para elaborar el sufrimiento y superar la situación de ansiedad y frustración.

Mucha gente se preocupa por asegurar esta vida y la otra. Para alcanzar ese objetivo escogen muchos caminos. Algunos optan por tener una economía sólida y una vida más o menos ordenada. Otros, procuran cumplir todas las leyes, tanto religiosas como civiles, confiando en las certezas que proporcionan. Así, se acerca a Jesús un joven lleno de preocupaciones y le pregunta por el camino para ganar la vida eterna. 

La respuesta de la Jesús se ciñe a la Ley. Le sugiere que cumpla con todos los preceptos religiosos que tienen que ver con el respeto, la solidaridad y el amor al prójimo. Jesús no le exige que cumpla los seiscientos veinticinco preceptos religiosos, sólo aquellos que permiten una sana convivencia. Pero, el joven desea más seguridades. Jesús entonces le sugiere que devuelva su riqueza a los pobres y que lo siga. De este modo tendrá las manos libres para recibir los dones de Dios. 

El joven entonces se entristece. Él quería asegurar esta vida y la otra, y lo que le propone Jesús lo coloca en apuros. Esto era un contrasentido al estilo de vida que la mentalidad vigente consideraba como «buena vida».

La mentalidad actual se basa en las falsas seguridades. El ideal de vida sólo se refiere a un montón de posesiones que dan posición social. Así las cosas, se somete a la persona a una continua ilusión que la conduce al fracaso afectivo, existencial y humano. 

¿Comprendemos las exigencias del seguimiento de Jesús? ¿Cuáles son las metas de nuestra vida?Lunes 20ª semana de tiempo ordinario