Reflexiones Bíblicas
San Mateo 22, 34-40

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús, y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?" El le dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". 

Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas. 

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La transformación del valle de Josafat de cementerio colectivo en fresco vergel de nueva vida se debe únicamente a la iniciativa gratuita de Dios. A nosotros nos puede sorprender la magnitud de la transformación, pero debemos comprender que la finalidad no es impresionarnos con el prodigio, sino movernos a la respuesta de fe que nos exige el Señor. Al retorno del exilio, la comunidad sumida en la desesperación y la muerte, vio renacer su esperanzas y se adaptó a un nuevo estilo de vida.

Los juristas gustaban de probar los conocimientos que Jesús tenía sobre la Ley. Para ellos el mandamiento más importante era la observancia del sábado. Ese día debían dedicarse por completo al reposo y a escuchar la lectura de la Escritura. Con el tiempo convirtieron esta ley en una carga que a duras penas soportaban los pobres. 

El sábado había dejado de ser fiesta del Señor y se había convertido en un día lúgubre, lleno de prescripciones ridículas que impedían a las personas movilizarse, cocinar e incluso, auxiliar al necesitado. 

Cuando los juristas preguntan a Jesús por la ley más importante esperan que el cometa un error y se pronuncie contra la Ley misma. Jesús se les adelanta y les hace ver que en la Ley lo más importante es el amor a Dios y el amor al prójimo. El amor es el Espíritu mismo de la legislación divina. 

Al colocar estos dos mandamientos como el eje de toda la Escritura, Jesús pone en primer lugar la actitud filial con respecto a Dios y la solidaridad interhumana como los fundamentos de toda la vida religiosa. Incluso, la adecuada interpretación de la Escritura (Ley y Profetas) depende de que sean comprendidos y asumidos estos dos imperativos éticos. 

Nosotros vivimos hoy en sociedades que tienen muchas más normas que el pueblo judío, incluso nuestras iglesias tienen extensas legislaciones. Sin embargo, todas ellas no resuelven positivamente la vida del ser humano. Jesús nos propone que superemos nuestra mentalidad legalista o nuestra actitud infractora. La ley, aunque oriente algunos comportamientos, no puede ser la guía en la vida de las personas. La única guía es el Espíritu de amor que nos permite vivir en paz con Dios y en justicia con nuestros hermanos.

¿Cuáles son los obstáculos que nos impiden ir al encuentro de nuestros hermanos? ¿Qué podemos cambiar en nuestra vida para estar a tono con el evangelio?