Reflexiones Bíblicas
San Mateo 8,5-11

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: "Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho." Jesús le contestó: "Voy yo a curarlo." Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace." Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos."

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A lo largo de esta primera semana del adviento, la liturgia nos invita a reflexionar sobre las señales del Reino de Dios, que manifiestan cómo en Jesús se cumplen las promesas del Antiguo Testamento. Mateo nos muestra hoy la escena de la curación del criado de un oficial romano. Jesús se encuentra en Cafarnaúm, y un oficial romano se le acerca para pedirle la curación de su criado. Ante esta petición Jesús quiere ir a curarlo. El oficial dice que no es necesario, que solo basta que lo ordene de palabra. Jesús queda admirado de su fe, y por esa fe queda curado.

Estas curaciones son signos del Reino de Dios. El profeta Isaías (26,19; 29,18ss) ya anunciaba como uno de los signos de la llegada de los tiempos mesiánicos serían las curaciones. Estas curaciones poseen un carácter reintegrador: las relaciones rotas por la enfermedad son ahora recuperadas por la curación. El dolor y la muerte no son buenos, al contrario deben ser rechazados y esto es lo que hace Jesús. Por esta razón el adviento no solo es espera sino también compromiso para que el dolor de tantos rostros humanos a lo largo del continente no exista y pueda estar más acorde con los deseos de Dios, el Reino.