Reflexiones Bíblicas
San Mateo 9,14-15

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?" Jesús les dijo: "¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán."

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Los discípulos de Juan están aún desconcertados frente a la persona de Jesús, y observan cuidadosamente sus acciones. Quizás sea este profeta nazareno el Ungido de Dios, el Mesías. Pero, si es así, ¿por qué no cumple con la Ley? Por eso van a plantearle el tema del ayuno. Ellos mismos y los discípulos de los fariseos (los religiosos por excelencia) ayunan en todas las instancias ordenadas.

De ese encuentro afloran en este texto dos elementos importantes. En primer lugar, la controversia de Jesús con las prácticas de piedad de sus contemporáneos. En segundo lugar, la diferencia entre la comunidad de Jesús y los demás grupos religiosos o mesiánicos de la época. En el fondo del pasaje está el conflicto entre el grupo de Jesús, el de Juan y el de los fariseos.

La respuesta de Jesús a la consulta es tajante. Mientras el novio esté con sus invitados –o sea, él mismo celebrando con sus discípulos la gran boda del reino que llega- no es lógico que ellos ayunen. Cuando el novio les sea arrebatado, entonces sí ayunarán. Mientras Jesús esté en medio de los suyos, las prácticas externas, rituales o meramente devocionales no tienen vigencia importante. Pero cuando Jesús no esté presente, entonces se sentirá el vacío de su ausencia en la vida de las personas y de la comunidad, y ésta decidirá las prácticas acordes con el mensaje del Maestro.

Para Jesús, la práctica del ayuno está ligada estrechamente a la conversión del corazón y a la práctica del amor fraterno y solidario con los hermanos. Lo que salva al ser humano no es el cumplimiento de una serie de preceptos y ritos externos. La salvación, es decir, la liberación y dignificación de las personas, radica en la relación personal con Jesús y el compromiso con su proyecto: el reinado de Dios. Todo lo demás es secundario.

Es útil tenerlo en cuenta en esta Cuaresma, tiempo tan ligado antiguamente a la rigurosidad de los ayunos y abstinencias.