Reflexiones Bíblicas
San Mateo 20,17-28

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará."

Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre."

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."

COMENTARIOS

Jesús saca a la luz un modo equivocado de entender y construir la estructura familiar. En el seno de la familia de su tiempo se vivían por lo general las mismas injusticias de la macroestructura social; de ahí que Jesús, con los ojos muy abiertos a la realidad, intuye que es en y desde el seno de la familia donde tienen que empezar a generarse los procesos de cambio que exige su propuesta de vida. La cuestión tiene que partir del individuo, de su conciencia tocada y abierta al cambio gracias al mensaje de Jesús, que no deja al oyente impávido, inmóvil, ni inactivo; y el siguiente espacio del remezón evangélico no puede ser otro que el lugar primero y primordial donde el individuo vive y actúa: el seno familiar. Los cambios de la persona inciden directamente en su familia. Y puede ser que tales cambios sean bien recibidos y aceptados; pero Jesús previene a sus seguidores para la contradicción, para el rechazo, y hasta para la delación y persecución que podrá darse contra ellos de parte de los mismos parientes. Ese es el sentido de las palabras de Jesús: "el hombre tendrá por enemigos a los de su propia casa". Pueden sonar un poco fuertes para nosotros hoy, pero el sentido final es que de cara a la novedosa propuesta del reino tienen que empezar a caer viejos esquemas de comportamientos familiares y sociales que no conducen a la liberación evangélica; y ello acarrea inseguridad, incomprensiones y rechazos que no son otra cosa que el mismo apego que se siente por lo que está dicho y mandado, por lo que " siempre ha sido así" y por el temor al cambio.