Reflexiones Bíblicas
San Mateo 13,18-23

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

18Escuchad ahora vosotros la parábola del sembrador: 19Siempre que uno escucha el mensaje del Reino y no lo entiende, viene el Malo y se lleva lo sembrado en su corazón: eso es «lo sembrado junto al camino». 20«El que recibió la semilla en terreno rocoso» es ese que escucha el mensaje y lo acepta en seguida con alegría; 21pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, falla. 22«El que recibió la sein milla entre zarzas» es ese que escucha el mensaje, pero el agobio de esta vida y la seducción de la riqueza lo ahogan y se queda estéril. 23«El que recibió la semilla en tierra buena» es ese que escucha el mensaje y lo entiende; ése sí da fruto y produce en un caso ciento, en otro sesenta, en otro treinta.

COMENTARIOS

v. 18: Escuchad ahora vosotros la parábola del sembrador...

Sin reproche alguno (cf. Mc 4,13), Jesús explica a los suyos la parábola del sembrador. Lo que siembra el sembrador es el mensaje del reino contenido en las bienaventuranzas, en particular en la primera y la última: la opción que hace entrar en el reino (5,3) y la situación de persecución que la fidelidad a esa opción comporta (5,10). Constituye el núcleo de «los secretos del reino» (13,11).

v. 19: Siempre que uno escucha el mensaje del Reino y no lo entiende, viene el Malo y se lleva lo sembrado en su corazón: eso es «lo sembrado junto al camino».

Mt pone cada caso en singular (Mc en plural) y, como Mc, describe cuatro actitudes posibles en el mismo hombre. No sólo hay que oír, hay también que entender (cf. 13,14). Si no se entiende, es decir, si no se toma el mensaje por norma de conducta personal, «el Malo», el tentador (cf. 6,13), lo arrebata. Son las tentaciones análogas a las de Jesús en el desierto, en particular la de gloria y poder, las que quitan el mensaje, que no deja huella en el hombre. Por otra parte, «malos» son los fariseos (12,34) y los letrados y fariseos que piden a Jesús una señal (12,39). Como se ha visto, es la institución judía la que, con su doctrina del Mesías poderoso, encarna a Satanás (cf. 12,23). Es, pues, la ideología del poder la que anula el mensaje. Este se siembra «en el corazón», es decir, en el interior del hombre; es allí donde ha de realizarse la decisión. Pero el tentador lo quita antes de que ésta se realice. La expresión «junto al camino» reaparece en 20,30, referida a los dos ciegos que aclaman a Jesús como «Hijo de David», es decir, como Mesías según las categorías del judaísmo.

vv. 20-21: «El que recibió la semilla en terreno rocoso» es ese que escucha el mensaje y lo acepta en seguida con alegría; 21pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, falla.

Caso del hombre superficial que, aunque haga la opción, no se mantiene fiel a ella (5,10); corresponde al que edificó su casa sobre arena (7,26s; cf. 26,31).

vv. 22-23: «El que recibió la semilla entre zarzas» es ese que escucha el mensaje, pero el agobio de esta vida y la seducción de la riqueza lo ahogan y se queda estéril. 23«El que recibió la semilla en tierra buena» es ese que escucha el mensaje y lo entiende; ése sí da fruto y produce en un caso ciento, en otro sesenta, en otro treinta.

Las preocupaciones de esta vida y la seducción de las riquezas están explicadas por Jesús en 6,25-34; también ellas hacen ser infiel a la opción inicial (5,3; cf. 19,23-25). El último caso, el de la tierra buena, corresponde al que fundó su casa sobre roca (7,24s). Se observa el fuerte sentido del verbo «entender»: significa «abrazar, hacer suyo, tomar por norma de la propia vida».

La parábola y su explicación exponen, por tanto, las posibles actitudes con que un hombre puede presentarse ante el mensaje. Son un aviso de Jesús. No da Él por descontado el éxito; éste depende del hombre mismo. El reinado de Dios no va a implantarse sin la colaboración humana; no va a ser impuesto desde arriba ni de modo repentino; necesita ser acogido por el hombre y producir en él el fruto correspondiente. El mensaje no es aceptable sin más para todos: hace faltar estar libre, en primer lugar, de la estima y ambición del poder. En segundo lugar, necesita que el hombre lo haga suyo, de modo que sea inseparable de Él pase lo que pase. En tercer lugar, el hombre tiene que desprenderse de todo agobio por la subsistencia y del deseo de comodidad. Jesús indica, por tanto, las diversas causas del fracaso del mensaje, que pueden coexistir en el mismo individuo.