Reflexiones Bíblicas
San Mateo 17,14-20

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: "Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo." Jesús contestó: "¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo." Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.

Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: "¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?" Les contestó: "Por vuestra poca fe. Os aseguro que si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible."

COMENTARIOS

Mateo nos mueve a reflexionar hoy cómo solemos acusar a Dios por no haber obtenido lo que le pedimos. Jesús nos enrostra ahora no tener una fe auténtica, a toda prueba. Cuando ÉL se encontraba con una fe de este tipo, le atribuía sus propios milagros. Decía: "tu fe te ha salvado". Cuando, por el contrario, no encontraba fe, "estaba admirado de la incredulidad y no pudo hacer muchos milagros allí" (Mc. 6,5-6).

Dios está dispuesto a intervenir aquí y ahora para salvarnos; pero si tenemos dudas, si no creemos que su amor pueda llegar hasta nosotros, no esperemos ser escuchados. Recibiremos lo que esperamos: ¡nada!

Sin embargo, no podemos pretender obtener milagros «a nuestro gusto». Aquella "montaña" que podemos trasladar de un lugar a otro no está afuera, sino dentro de nosotros mismos: montañas de egoísmo, autosuficiencia, insensibilidad hacia los otros, materialismo, sensualidad... Para moverlas debemos creer de verdad que Dios es capaz de ayudarnos y lo hará, si se lo pedimos con fe. Y si ésta nos escasea, pidámosla. "Creo, pero aumenta mi fe", le rogó un padre atribulado por las graves dolencias de su hijo (Mc 9,24). Dios se enternece ante quien se acerca a ÉL con un corazón humilde y sincero. La fe es la llave para obtener los dones de Dios, y es regalo suyo; no la negará a quien se la pida de corazón.