Reflexiones Bíblicas
San Mateo 19,16-22

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: "Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos." Él le preguntó: "¿Cuáles?" Jesús le contestó: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo." El muchacho le dijo: "Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?" Jesús le contestó: "Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo." Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.

COMENTARIOS

v. 16: En esto se le acercó uno y le preguntó: -Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para conseguir vida definitiva?

Mt modifica la redacción de Mc. El individuo no corre ni se arrodilla y, en su pregunta, lo llama simplemente «Maestro» (Mc 10,17: «Maestro bueno/insigne»), mientras lo «bueno» califica lo que tiene que hacer; sustituye el verbo «heredar» de Mc por «obtener». Cambia también la respuesta de Jesús; lo más saliente es la imprecisión de la frase: «El Bueno es uno solo», que no distingue (al contrario de Mc) entre Dios y Jesús. Los cambios de redacción se explican por la calidad de éste expresada en Mt 1,23: «Dios entre nosotros.» Todo lo que se atribuye a Dios se atribuye igualmente a Jesús.

v. 17: Jesús le contestó: -¿Por qué me preguntas por lo bueno? El Bueno es uno solo; y si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos.

Jesús corrige la formulación de su interlocutor: para obtener la vida definitiva se requiere no la relación a un código («¿qué tengo que hacer de bueno?»), sino a una persona (cf. Sal 145,9); la observancia de los mandamientos es consecuencia de esa relación personal: los mandamientos son buenos porque expresan la voluntad del Bueno (Am 5,4.6.14.15; Miq 6,8).

La relación personal de que habla Jesús se tenía en el AT con Dios; ahora, con Jesús mismo. El joven está aún en el primero y debe atenerse a la voluntad de Dios tal como le fue manifestada. Si se decide a seguir a Jesús, conocerá una manifestación más profunda de esa voluntad.

vv. 18-19: 18Él le preguntó: -¿Cuáles ? Jesús le contestó: -«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, 19sustenta a tu padre y a tu madre y ama a tu prójimo como a ti mismo» (Ex 20,12-16).

Intercalando una nueva pregunta, subraya Mt la calidad de los mandamientos exigidos para obtener la vida eterna, es decir, la salvación final. Enuncia solamente los que tocan al prójimo (Ex 20,12-16; Dt 5,16-20; 24,14): es la relación con los hombres la que determina la relación con Dios. Como Mc y Lc, pone en último lugar el que se refiere a los padres, indicando que el amor al círculo familiar es un caso particular del amor a la humanidad. Como compendio, añade la regla del amor al prójimo en general (Lv 19, 18; cf. Mt 7,12).

Con su respuesta, muestra Jesús que para obtener vida eterna o salvación final no se requiere la adhesión a él; los mandamientos propuestos formulan la honradez elemental según el concepto de toda cultura o filosofía humana. La ética salva al hombre. Así se expresará en el juicio de las naciones, es decir, de los paganos que no conocen a Jesús ni la ley de Moisés (25,32).

v. 20: El jovencito le dijo: -Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?

Mt caracteriza al individuo como un «joven» (gr. neaniskos, diminutivo de neanis, «joven»). Según Filón (Querub. 114,1; 159), «joven» designa la edad entre los veinticuatro y cuarenta años, cuando empieza el «hombre hecho/maduro» (teleios anér). Ambos conceptos aparecen en esta narración. El diminutivo indica que está al principio de su juventud. A pesar de su observancia de los mandamientos, el joven piensa que aún le falta algo; por eso preguntaba al principio («¿qué tengo que hacer de bueno?»).

v. 21: Jesús le declaró: -Si quieres ser un hombre logrado, vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que tendrás en Dios tu riqueza; y, anda, sígueme a mi.

«Un hombre» (gr téleios), llegado al final, al término (cf 5,48; Flp 4,15). En este contexto, en oposición a neaniskos, «joven/ muchacho», situado inmediatamente antes y después (20 22) significa «hombre adulto/hecho/logrado» (cf 1 Cor 2 6) según la división de las edades en aquel tiempo El termino está en relación con la designación "hombres adultos" (gr. andres) que ha aparecido en los episodios de los panes (14 21 iS 38). Al invitarlo a ser discípulo, Jesús le ofrece el pleno desarrollo, imposible bajo el régimen de la Ley, que basta para obtener vida eterna (v. 16), pero conserva al hombre en el infantilismo (cf. Gál 3,24; 4,1-5). Idiomáticamente puede traducirse «si quieres ser un hombre» o, utilizando la forma dinámica en lugar de la estática (cf. 13,12), «si quieres hacerte un hombre».

«Que Dios será tu riqueza»: lit. «que tendrás un tesoro/riquezas en el cielo». «Cielo» no debe interpretarse en sentido local, es símbolo de Dios mismo (cf. 5,12); la seguridad del que lo deja todo está en Dios (cf. 6,20). Jesús propone al rico la opción expresada en la primera bienaventuranza (5,3), condición para entrar en su grupo.

El joven debe deshacerse de lo que tiene sin esperanza de retorno («dar a los pobres»); dejada la seguridad de la riqueza encontrará otra seguridad superior (6,25-34). Jesús le propone la opción entre dos señores, Dios y el dinero (6,24; cf. Sal 73,25s); lo llama a la nueva fidelidad (5,20), al amor a todo hombre, como el Padre del cielo (5,48). Jesús exige la condición y la fidelidad expresadas en la primera y última bienaventuranza (5,3), que corresponden a las condiciones del seguimiento (16,24).

v. 22: Al oír aquello, el jovencito se fue entristecido, pues tenía muchas posesiones.

El joven no responde a la invitación. Se va triste, en su misma condición de joven, incapaz de llegar a la madurez. Ha oído el mensaje, pero la seducción de las riquezas lo ha ahogado (cf. 13,22).