Reflexiones Bíblicas
San Juan 1,45-51

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: "Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret." Natanael le replicó: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y verás." Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y le añadió: "Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."

COMENTARIOS

Papa Benedicto XVI:

Tradicionalmente, el apóstol Bartolomé se identifica con Natanael. Este Natanael venía de Caná (Jn 21,2) y es pues, probable, que haya sido testigo del gran signo que Jesús hizo en este lugar (Jn 2, 1-11). La identificación de los dos personajes viene, probablemente, motivada por el hecho de que este Natanael, en la escena de la llamada que narra el evangelio de Juan, se encuentra al lado de Felipe, es decir, en el lugar que ocupa Bartolomé en las listas de los apóstoles que nos han dejado los otros evangelios.

A este Natanael, Felipe le había contado cómo habían encontrado "a aquél de quien hablan la ley de Moisés y los profetas: a Jesús, hijo de José, de Nazaret". Como sabemos, Natanel le opone un prejuicio muy rápido: "¡De Nazaret! ¿Puede salir de allí algo bueno?" Esta especie de respuesta es, a su manera, importante para nosotros. En efecto, nos hace ver como, según las esperanzas judías, el Mesías no podía venir de un pueblo tan poco importante como Nazaret (cf Jn 7, 42). Pero al mismo tiempo, pone en evidencia la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas haciendo que le encontremos, precisamente, allí donde de ninguna manera le esperamos. Por otro lado, sabemos que Jesús no era, en realidad, exclusivamente "de Nazaret" sino que había nacido en Belén y que, al fin y al cabo, venía del cielo, del Padre que está en los cielos.

La historia de Natanael nos sugiere otra reflexión: en nuestra relación con Jesús no debemos contentarnos tan solo con palabras. En su respuesta, Felipe dirige a Natanael una invitación importante: "¡Ven y verás!". Nuestro conocimiento de Jesús tiene necesidad, sobre todo, de una experiencia viva. Ciertamente es importante el testimonio de otro, pero, normalmente, toda nuestra vida cristiana comienza por el anuncio que nos llega gracias a uno o varios testimonios, más, enseguida, somos nosotros mismos quienes debemos estar personalmente implicados en una relación íntima y profunda con Jesús.