Reflexiones Bíblicas
San Mateo 24,42-51

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

42Por tanto, manteneos despiertos, pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor.

43Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa. 44Pues estad también vosotros preparados, que cuando menos lo penséis llegará el Hombre.

45¿Dónde está ese siervo fiel y sensato, encargado por señor de dar a su servidumbre la comida a sus horas?

46Dichoso el tal siervo si el señor, al llegar, lo encuentra cumpliendo con su obligación. 47Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes.

48Pero si el canalla del siervo, pensando que su señor tardara 49empieza a maltratar a sus compañeros y a comer y beber con los borrachos, 50el día que menos se lo espera y a la hora que no ha previsto, llegará el señor 51y cortará con él, asignándole la suerte de los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

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La clave de interpretación se encuentra en el verbo «estad en vela» (42), que aparece también en el episodio de Getsemaní (26, 38.40.41). Indica la solidaridad e identificación con la muerte de Jesús, cuya angustia experimenta en el huerto. Los discípulos han de estar siempre preparados a afrontarla (v. 44). Se ve que la llegada del Hombre se identifica con la hora de la persecución a muerte contra los suyos. Su llegada es salvación, pues viene a reunir a sus elegidos (v. 31). La actitud en la hora de la prueba depende de la que se haya tenido en la vida, y decidirá la suerte de cada uno, según lo dicho en v. 13: «el que resista hasta el fin ése se salvara». La llegada del Hombre es la ruina de un sistema opresor: ésa es su victoria; al mismo tiempo, es la salvación para los suyos que han dado la vida en la persecución y cuya actividad, proclamando el mensaje y dando su vida, ha provocado esa caída. Ellos no pueden participar de la inconsciencia general.

Resumiendo el discurso anterior, Jesús predice la destrucción de Jerusalén y del templo. Este acontecimiento, lejos de indicar el fin, significa el principio de una nueva época, en la que se irá realizando la humanidad nueva. Sus seguidores llegarán a su plena madurez y salvación afrontando la persecución y el odio y dando la vida, sin desanimarse por la maldad del mundo ni por las defecciones de otros.

La época que comienza con la destrucción de Jerusalén (el reinado del Hombre) verá la caída sucesiva de otros sistemas opresores, que significarán el triunfo del Hombre. Lo mismo que la primera fue efecto de la condena de Jesús, el Mesías pacífico, y de la elección del camino de la violencia (27, 20s), así la caída de los otros sistemas será efecto de la persecución y muerte de los discípulos. Su obra irá produciendo la maduración de la humanidad.

Advierte Jesús a los suyos de la actitud de servicio que debe regir las relaciones en la comunidad. La responsabilidad confiada por Jesús a los suyos es continua, no se limita al momento de su llegada. La actitud que se tenga en este momento será el fruto de la que se ha tenido durante la vida. La llegada se refiere, como anteriormente, al momento de la prueba y de la persecución que lleva a la muerte. Entonces será el momento del éxito o de la frustración definitiva («el llanto y el rechinar de dientes»). Esta parábola puede estar en relación con el dicho anterior: «se enfriará el amor en la mayoría» (v. 12).

«El canalla del siervo», lit. «el mal siervo aquel». «Aquel» no se refiere a nada anterior; la frase equivale a «si el siervo en cuestión (aquel) es malo». El griego kakós significa desde «malo/malintencionado» hasta «criminal». Dada la conducta que se describe a continuación, «malo» es demasiado débil.