Reflexiones Bíblicas
San Mateo 25,1-13.

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

25 1Entonces se parecerá el reino de Dios a diez muchachas que cogieron sus candiles y salieron a recibir al novio. 2Cinco eran necias y cinco sensatas. 3Las necias, al coger los candiles, se dejaron el aceite; 4las sensatas, en cambio, llevaron alcuzas de aceite además de los candiles.

5Como el novio tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 6A medianoche se oyó gritar:

-¡Que llega el novio, salid a recibirlo!

7Se despertaron todas y se pusieron a despabilar los candiles. 8Las necias dijeron a las sensatas:

-Dadnos de vuestro aceite, que los candiles se nos apagan.

9Pero las sensatas contestaron:

-Por si acaso no hay bastante para todas, mejor es que vayáis a la tienda a comprarlo.

10Mientras iban a comprarlo llegó el novio: las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. 11Cuando por fin llegaron las otras muchachas, se pusieron a llamar:

-Señor, señor, ábrenos.

12Pero él respondió:

-Os aseguro que no sé quiénes sois.

13Por tanto, manteneos despiertos, que no sabéis el día ni la hora.

COMENTARIOS

Con esta parábola insiste Jesús en que la muerte del discípulo es el fruto de su vida. La muerte en sí misma no tiene nada de terrible ni de decisivo; corona la vida que se ha llevado (13: «Estad en vela»).

La figura del novio o esposo designa a Jesús mismo (cf. 9,15).

El uso de los términos «necias, sensatas» pone a esta parábola en estrecha relación con la de las dos casas (7,24-27). Las muchachas necias son las que han escuchado el mensaje, pero no lo han llevado a la práctica; las sensatas son las que lo han traducido en su vida. No se puede improvisar esto en el último momento ni se puede prestar o transferir de uno a otro.

La llegada del esposo es, como antes, el momento de la persecución y de la muerte, presentado en su aspecto de salvación, de entrada en el reino de Dios definitivo, figurado por el banquete de boda. La frase de rechazo: «No sé quiénes sois» (12), recuerda la de 7,23: «Nunca os he conocido», dirigida también a quienes han pertenecido a la comunidad cristiana.