Reflexiones Bíblicas
San Mateo 18, 1-5.10.

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

1En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

-Vamos a ver, ¿quién es más grande en el reino de Dios?

2Él llamó a un criadito, lo puso en medio 3y dijo:

-Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como estos chiquillos, no entráis en el reino de Dios; 4o sea, que cualquiera que se haga tan poca cosa como el chiquillo éste, ése es el más grande en el reino de Dios; 5y el que acoge a un chiquillo como éste por causa mía, me acoge a mí.

10Cuidado con mostrar desprecio a un pequeño de ésos, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.

COMENTARIOS

v. 1: Este episodio tiene lugar en la misma casa donde estaban Jesús y Pedro. Es la casa que representa la comunidad de Jesús. Comienza así una instrucción que tiene como punto de partida la pregunta de los discípulos. El reino de Dios es la comunidad cristiana; los discípulos, según la mentalidad del judaísmo, suponen que hay en ésta diferencias de rango.

v. 2: «A un criadito»: el griego paidion (diminutivo de país = muchacho / mozo / chico) denota un niño o niña de hasta doce años (cf. Mc 5,42): mozuelo / chiquillo». En muchas lenguas, los términos que designan a un joven se emplean para designar a un sirviente: «mozo de cuerda / de cuadra / de café», «mancebo de botica», «el chico / la chica / muchacha». Griego país = «chico / mozo / servidor / hijo»; diminutivo paidion, desde Aristófanes = «esclavito / chiquillo» (por ejemplo, «el chiquillo de la tienda»).

En este pasaje no se trata de un chiquillo cualquiera, como aparece claramente a continuación (4: «el chiquillo éste»; 5: «un chiquillo como éste/de esta clase»). El chiquillo es un joven sirviente. Al colocarlo en medio, lo hace Jesús centro de atención y modelo para los discípulos.

v. 3-4. «Si no cambiáis», lit. «si no dais la vuelta», que significa un cambio de dirección (gr. stréphô, no epistrephô, convertirse). «Estos chiquillos», en gr. artículo anafórico; no se trata de chiquillos cuales quiera, sino de la clase representada por el que Jesús ha colocado en el centro. «Hacerse como los chiquillos/servidores» significa renunciar a toda ambición personal. Siendo este cambio condición para entrar en el reino, está en relación con la opción expresada en la primera bienaventuranza (5,3), que es la que permite entrar en el reino; lo mismo, con la fidelidad exigida en 5,20 y con «renegar de sí mismo», condición para el seguimiento (16,24).

«Se haga tan poca cosa», el verbo gr. tapeinoô, como el adjetivo tapeinos, no significan la humildad psicológica, sino la sociológica, la condición humilde. El paso a lo psicológico se hace añadiendo un complemento de interiorización, por ej., «de corazón» (cf. 11,29), o con palabra compuesta (tapeinophrosunê).

En la comunidad cristiana, la grandeza se juzga por criterios opuestos a los de la sociedad. El que sirve, no el que manda, es el más grande. Toda ambición de preeminencia o de dominio queda excluida.

v. 5: El chiquillo/servidor pasa a ser modelo de discípulo. La disposición al servicio debe acompañar al discípulo en la misión (cf. 10,14: «si alguien no os recibe/acoge»; 10,40); ella hace que el discípulo lleve consigo la presencia de Jesús.

v. 10: La conclusión de lo anterior viene enfatizada por Jesús con la comparación de los ángeles. Según la creencia judía, sólo podían contemplar el rostro de Dios los llamados siete ángeles del Servicio. Más tarde, por subrayar la trascendencia divina, se pensó que ni siquiera éstos podían hacerlo. Para ponderar el respeto debido a los pequeños se apoya Jesús sobre esa imagen: los pequeños son delante de Dios los más importantes de los hombres; lo que a ellos ocurre tiene inmediata resonancia ante el Padre del cielo.