Reflexiones Bíblicas
San Mateo 18,21-35

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J  

 

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?"

Jesús le contesta: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.

Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano."

COMENTARIOS

Cristo nos pide dos cosas: condenar nuestros pecados, perdonar los de los demás; hacer lo primero a causa de lo segundo, lo cual será más fácil porque el que se acuerda de sus pecados será menos severo para con su compañero de miseria. Y perdonar no tan solo con la boca, sino "desde el fondo del corazón", no sea que volvamos contra nosotros mismos el hierro con el cual creíamos horadar a los demás. ¿Qué mal puede hacerte tu enemigo que sea comparable al que tú mismo te haces?... Si tú das rienda suelta a tu indignación y a tu cólera, no es la injuria que te ha hecho lo que te herirá sino el resentimiento que tú tienes contra él.

No digas, pues: "Me ha ultrajado, me ha calumniado, me ha hecho enorme cantidad de miserias." Cuanto más digas que te ha hecho daño, más demuestras que te ha hecho bien, pues te ha dado la ocasión de purificar tus pecados. Así, cuanto más te ofende, más te pone en condiciones de obtener de Dios el perdón de tus faltas. Porque si nosotros no queremos, nadie podrá perjudicarnos; incluso nuestros enemigos nos hacen así un gran servicio… Considera, pues, cuántas ganancias sacas de una injuria soportada humildemente y con dulzura.

San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), obispo de Antioquia, después de Constantinopla, doctor de la Iglesia