Reflexiones Bíblicas

San Mateo 13,24-30.

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

 

Y les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'. El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'. 'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'". 

Leer el comentario del Evangelio por : San Serafín de Sarov (1759_1833) monje ruso 

"Dejadlos crecer juntos hasta la siega." (Mt 13,30)


Aquel que desea la salvación tiene que tener un corazón dispuesto al arrepentimiento. "Mi sacrificio es un espíritu contrito, un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias." (Sal 50,19) Si el hombre tiene un espíritu contrito, puede tranquilamente atravesar las trampas del demonio cuya ambición consiste en sembrar turbación en el corazón del hombre y sembrar la cizaña, según las palabras del evangelio: "Maestro ¿no sembraste en tu finca semilla buena? ¿Cómo resulta, entonces, que sale cizaña? (Mt 13,27) En cambio, si la persona conserva un corazón humilde y pensamientos de paz, todos los ataques del demonio no tienen efecto.

La contrición comienza por el temor de Dios, según el mártir Bonifacio. De este temor nace la atención, madre de la paz interior y de la conciencia que permite al alma ver, como en un espejo de agua puro y liso, cuán desfigurada se ha quedado...

Una persona caída en el pecado después de haber estado en gracia ¿puede levantarse en seguida? Sí... Cuando nos arrepentimos sinceramente de nuestras faltas volviendo el corazón hacia Nuestro Señor Jesucristo, él se alegra y nos invita a la fiesta con todos los espíritus amigos, mostrando la moneda reencontrada. (Lc 15,10) No dudemos, pues, en volvernos al Señor misericordioso, sin caer en la despreocupación fácil ni en la desesperanza. La desesperanza es la victoria del demonio. Es el pecado mortal del cual habla la Escritura. (1Jn 5,16)