Reflexiones Bíblicas

San Mateo 15,29-37 abad cisterciense

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Desde allí, Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino". Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?". Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados". El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas. 

Baudoin de Ford (hacia 1190) abad cisterciense:

"El pan de la vida eterna"

"Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí nunca tendrá sed." (Jn 6,35)... Por dos veces el apóstol expresa aquí la hartura, propia de la eternidad, donde nada nos faltará.

Sin embargo, la Sabiduría dice: "Los que comen tendrán más hambre, los que me beben, tendrán más sed." (Eclo 24,21) Cristo, la sabiduría de Dios, no es un alimento para saciar nuestro deseo ya en esta vida, sino para encendernos en este deseo; cuanto más gustamos de su dulzura, tanto más se enciende nuestro deseo. Por esto, los que le comen tendrán más hambre hasta que llegue el momento de la hartura. Cuando su deseo será colmado, ya no tendrán ni hambre ni sed.

"Los que me comen tendrán más hambre". Esta palabra se puede referir también al mundo futuro porque hay en la plenitud eterna una especie de hambre que no procede de la necesidad sino de la felicidad... La satisfacción en el cielo no conoce hartura ni el deseo conoce la ansiedad. Cristo, admirable en su belleza, es siempre deseado, "los mismos ángeles (le) desean contemplar." (cf 1P 1,12) Así, pues, al mismo tiempo que le poseeremos lo desearemos; teniéndole lo buscaremos, según está escrito: "buscad su rostro sin descanso" (Sal 105,4) En efecto, siempre buscamos a Aquel que amamos para estar con él para siempre.