Reflexiones Bíblicas

San Mateo 1,18-24

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

El nacimiento de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba desposada con José, y, antes de que vivieran juntos, se encontró encinta por virtud del Espíritu Santo. 

José, su marido, que era un hombre justo y no quería denunciarla, decidió dejarla en secreto. 

Estaba pensando en esto, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no tengas ningún reparo en recibir en tu casa a María, tu mujer, pues el hijo que ha concebido viene del Espíritu Santo. 

Dará a luz un hijo, y le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados". 

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había dicho por medio del profeta: 

La Virgen concebiráy dará a luz un hijo,y le pondrán por nombre Emanuel,que significa "Dios con nosotros". 

Cuando José despertó del sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió en su casa a su mujer. 



¿Qué hemos incorporado en el equipaje en estas semanas de adviento que preceden a las navidades?

_Vigilancia o despiste generalizado?

_Buenos caminos o senderos equivocados?

_Disponibilidad o cerrazón a lo que vamos a celebrar?

_Interioridad y profundidad o una ventana abierta al consumo sin medida?

_Oración o falta de relación con Dios?




En el interior de una gran marquesina esperaba un grupo numeroso de estudiantes al autobús que les trasladaría a sus obligaciones estudiantiles en la ciudad. Esa estampa me sugería que, precisamente, eso es EL ADVIENTO: es esperar y subirse puntualmente en el autobús de la esperanza y de la gracia. En los asientos de la credulidad y del asombro. Es aguardar con el equipaje cristiano preparado. Con el corazón a punto para que la NAVIDAD la celebremos con su vertiente más santa y mejor. Es abrir los ojos bien limpios y contemplar el Misterio. Es tener los pies bien dispuestos para marchar a Belén y adorarlo. Es abrir las manos y acariciar el regalo de la Navidad: EL AMOR DE DIOS.


Dios atraviesa la vida del hombre (sacándolo de su letargo y de su monotonía) para trasladarlo hacia una aldea de Judá donde manará a chorros la alegría con la misma transparencia y color del cielo: EL AMOR DE UN DIOS HUMANADO.

Me seduce esta comparación. De igual modo que aquel autobús se detenía para que en él subieran los que querían otro destino diferente…Dios también se detuvo, mejor dicho, se detiene aún hoy día en el BELEN (el corazón de cada persona) para que entendamos que es capaz de cualquier cosa; incluso de caminar a pie llano, sonriendo y llorando; de hacerse conductor en Cristo para hacernos vivir de una manera totalmente diferente.


¡Gracias Señor por cruzar por nuestras vidas!

¡Gracias Señor por detenerte en la marquesina de nuestro corazón!

¡Por no exigirnos sino la FE para estar junto a Ti!

Y, al observar esa escena, me venían las líneas del evangelio de hoy: José esperando y nunca desesperando. Sus dudas dieron paso a una colaboración sin tregua, sin condiciones y sin desmayo: subiéndose, suscribiendo y sumándose, en definitiva, a los planes de Dios.

Enséñanos, José, 

cómo se es "no protagonista", 

cómo se avanza sin pisotear, 

cómo se colabora sin imponerse, 

cómo se ama sin reclamar. 

cómo se obedece sin rechistar 

cómo ser eslabón entre el presente y el futuro 

cómo luchar frente a tanta desesperanza 

cómo sentirse eternamente joven 



Dinos, José, 

cómo se vive siendo "número dos", 

cómo se hacen cosas fenomenales 

desde un segundo puesto. 

cómo se sirve sin mirar a quién 

cómo se sueña sin más tarde dudar 

cómo morir a nosotros mismos 

cómo cerrar los ojos, al igual que tú, 

en los brazos de la buena Madre.



Explícanos, José, 

cómo se es grande sin exhibirse, 

cómo se lucha sin aplauso, 

cómo se avanza sin publicidad, 

cómo se persevera y se muere uno 

sin esperanza de un póstumo homenaje 

cómo se alcanza la gloria desde el silencio 

cómo se es fiel sin enfadarse con el cielo.