Reflexiones Bíblicas Dominicales

Bautismo del Señor, Ciclo B

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Isaías 42,1-4.6-7: Hechos 10,34-38: Marcos 1,9-11:

ISAÍAS. Bastaría leer despacio lo que corresponde leer, para enterarse de su mensaje. Promover fielmente el derecho, enderezar los caminos del comportamiento humano, será el objetivo del programa mesiánico, tanto dentro de Israel, su patria, como más allá de sus fronteras, como base de un "nuevo orden internacional" menos torcido del que estaba entonces vigente. Las "islas" en el lenguaje de Isaías son "las naciones de la tierra". Esta misión tan difícil el Siervo la realizará sin vacilación, pero nunca de un modo violento porque fuerza y violencia engendran sinrazón e injusticia. El Siervo "no gritará, ni clamará, ni voceará por las calles..." Los que gritan no suelen escuchar ni dialogar. A veces, con la imposición y el tono elevado de la voz se intenta tapar la debilidad de los argumentos. El Siervo deberá ser paciente para no apagar con las prisas los restos de vida que encuentre a su alrededor. "La caña cascada no la quebrará, ni apagará el pábilo vacilante". Su tarea consistirá en alentar cualquier soplo de vida por pequeño que pueda parecer, creando espacios de libertad, rompiendo cadenas de esclavitud, porque sólo desde la libertad es posible la vida y el amor.

EVANGELIO. Jesús no necesita el bautismo de Juan. Pero en solidaridad con los pecadores lo recibe confundiéndose entre ellos. El Bautista sabe que "vendrá detrás de él" y que es infinitamente superior a él. Sobrecogido por tamaño gesto de humildad, reconoce públicamente que "no es digno de desatarle las sandalias", pero acepta ser protagonista de un momento decisivo dispuesto de esa forma en los planes de Dios.

Y será Dios mismo quien, mediante signos extraordinarios, se encargue de hacer la primera manifestación pública de su Enviado: se "abre el cielo", desciende el Espíritu como una paloma, y el propio Padre proclama a "su Hijo querido, su predilecto". Marcos recoge todos estos signos para subrayarnos el bautismo de Jesús como la unción del Espíritu de Dios que lo capacita para su misión.

Jesús bautizará con Espíritu Santo: Espíritu de Dios, Espíritu de Amor y de Verdad, que nos conmueve y transforma por dentro, para convertirnos en hijos de Dios. El Espíritu que nos guía y pide, por nosotros, al Padre porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, el Espíritu mismo que intercede por nosotros con gemidos inefables.