Reflexiones Bíblicas Dominicales

Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, Ciclo C Cristo Rey

Introducción a las lecturas

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

2Samuel 5,1-3 Col.1,12-20 Lc.23,35-43

 

2SAMUEL. El texto que se lee en este domingo nos presenta la unción de David por parte de los israelitas. El texto deja claro, pues, que no fue el propio David quien quiso convertirse en el máximo dirigente del pueblo, que en ningún momento conspiró contra Saúl para quitárselo de en medio y, de ese modo, con el camino allanado, llegar a ser rey.

Un dato que nos aporta el texto confirma esta última afirmación: el hecho que sea David quien haga alianza con los ancianos, autoridad superior de Israel, y no éstos con él, subraya el acto de homenaje que realizan los ancianos respecto a David, cuya consecuencia fundamental es la entronización real de David.

LUCAS. La cruz provoca fuertes y distintas reacciones en los que se ensañaban ante ella. Este texto evangélico recoge alguna de estas reacciones. La curiosidad burlona que considera aquello como un escándalo. La reacción de los jefes que no entienden a un Mesías pobre hasta la muerte. La reacción de los soldados para quien la cruz es una necedad, pues no entienden la realidad de un rey que no se defiende. La reacción de Israel, que dice creer en Dios, que lee un letrero en el que se hace escarnio del mesianismo. Todas estas reacciones son negativas y dejan en evidencia la dificultad para asimilar el hecho de la cruz y su decisividad de cara a lo cristiano.

Lucas quiere presentar en el caso del ladrón, que ora ante el crucificado, una reacción positiva: aquella en la que la muerte de Jesús comienza a dar su fruto. Desde ahora las puertas del paraíso quedarán abiertas de par en par para todos los que reconozcan a Jesús como rey salvífico. Así la realeza de Jesús es una fuerza que «hoy» abre posibilidades al creyente.

De modo que el contenido de la realeza, tiene como centro evidente la plenitud y la salvación de la persona. Efectivamente, el término de rey es paradójico: no se trata de un rey que se defiende o se lucra de sus vasallos. Lo propio de la realeza de Jesús es justamente lo contrario: dar plenitud a la persona humana, «abrir las puertas del paraíso» a quienes tal camino les estaba vedado por su vida de espaldas a Dios. Una realeza para el beneficio de lo humano, ésa es justamente la realeza de Jesús.

Ahondando más, y de acuerdo con el texto evangélico, la realeza de Jesús actualiza su recuerdo salvífico sobre lo humano. Desde ahí se puede decir que la nuestra es una vida acompañada, sostenida por la fuerza y la presencia de la cruz. Ésta se convierte así, no en un recuerdo macabro, sino en un dinamismo que potencia la vida. De esta manera, la cruz desvela que el paraíso no es algo que se perdió, sino algo para lo que está destinado el género humano y el universo. Más aún, ese paraíso no es una realidad maravillosa al final de la historia sino algo que se puede conseguir en este hoy, dentro de los límites de la finitud.