Reflexiones Bíblicas Dominicales

Solemnidad del Corpus Christi, Ciclo A

Introducción a las lecturas

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Dt: 8, 2-3, 14-1 1Cor.10, 16-17 Juan 6, 51-58


1CORINTIOS. En este fragmento de la carta se asume la tradición de la Cena del Señor para fundamentar la comunión dentro de la Iglesia. La expresión "cáliz de acción de gracias" se refiere a la copa con que concluía la cena; y sobre la que se pronunciaba la alabanza a Dios. Por la participación en esa copa, el cristiano queda unido al poder salvador de Cristo sobre la muerte, y unido a todos aquellos con los que la comparte. La comunión con Cristo, crea, fundamenta y exige la comunión entre los hermanos.

Jesús se hace pan hasta dejarse comer. "Tomad y comed, esto es mi cuerpo"; esto soy yo mismo. Pan bendecido para que sea Cristo; pan partido para ser entregado; pan compartido para crear comunión; pan comido para alimentar y crear comunión. Se hace pan para ser comido y asimilado.

La eucaristía es un sacramento y una exigencia. El gesto de reunimos en torno a una mesa y comer de un mismo pan es hermoso y audaz. Pero de nada sirve aquí y ahora si compartimos el "pan del cielo" y no estamos dispuestos a compartir y repartir el pan de la tierra. La eucaristía no puede separarse del partir y del compartir el pan, como no se puede separar el amor del Padre del amor a los hermanos, el culto de la caridad y la justicia. "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre".



EVANGELIO. Jesús afirma que Él es el pan de la vida, pan bajado del cielo, pan que se entrega para dar vida al mundo, pan o carne que es necesario comer para resucitar y tener vida eterna. En el lenguaje coloquial el pan es símbolo de todo el alimento que el hombre necesita para vivir.

La vida que nos comunica el "cuerpo y sangre de Cristo" es la misma que Él ha recibido del Padre: "Yo vivo por el Padre, y el que me come vivirá por mí". Y al comulgar habitamos en Cristo y Él habita en nosotros, nos unimos a Él, como los sarmientos están unidos a la cepa, y participamos de su vida entera y de todos sus misterios, desde la Encarnación hasta la Resurrección.

Dios prometió a Moisés: "Yo os haré llover pan del cielo". La tradición bíblica ha recordado el "maná" como símbolo de alimento espiritual. El judaísmo del tiempo de Jesús esperaba que el Mesías renovara el milagro del maná, pan caído del cielo, que alimentó a los israelitas de entonces y comerán los contemporáneos del Mesías esperado. Jesús repite en este discurso la alusión al maná, pero subraya que en tiempo de Moisés comieron y murieron, mientras que ahora el que coma de este pan vivirá para siempre.