Reflexiones Bíblicas Dominicales

Epifanía del Señor, Ciclo B

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Isaías 60, 1-6: Efesios 3, 2-3, 5-6: Mateo 2, 1-12:

ISAÍAS. El profeta Isaías, anuncia en este oráculo, que está en la última parte de su libro, la proximidad de la salvación.

Es un texto lleno de luminosidad: "Jerusalén saltará de alegría ante la gloria de Dios que se alza y la llena de esplendor". Jerusalén, se convertirá en "luz de las naciones". Se llamará "ciudad de Yahveh, Sión del Santo de Israel". Convergerán hacia el Templo todos los pueblos del mundo, con todas sus riquezas. Su belleza consistirá en los bienes de Dios, que habitará en ella.

Todo esto, anuncia la manifestación del mesías ante el mundo, y por este motivo traerán oro e incienso de todo el mundo, proclamando alabanzas al Señor.

Es en esta perspectiva, donde la liturgia, con su carácter universalista, aplica el texto al homenaje rendido a Jesús por los magos.

EVANGELIO. La Epifanía nos acerca al gran regalo del Hijo, que Dios Padre hace a todos los hombres, representados en los "magos de Oriente"; personajes envueltos en el misterio.

El relato del evangelio no nos ofrece detalles de sus personas y de sus vidas. "Unos magos de Oriente" no es decir mucho para desvelarnos el misterio. Los acogemos con admiración porque nos identificamos con ellos descubriendo algo importante que les mueve en su vida: la fe en el Hijo de Dios que nace en Belén: "Hemos visto salir su estrella". En el nacimiento del niño Jesús, como en el nacimiento de cualquier niño, según la creencia de entonces, apareció en el cielo una nueva estrella. Cada persona tenía su propia estrella.

Cuando estos magos ven la estrella se remueve lo más profundo de sí mismos; se puede hacer realidad la gran aspiración de su vida: llegar el encuentro de Alguien esperado que va a transformar su vida. No lo conocen ni saben dónde está pero en su afán de búsqueda personal sienten que ya se ha hecho presente.

Inician un viaje guiados por la estrella de Jesús, una luz interior que dirige su nueva andadura vital. No saben cuál es la meta final. Bien dispuestos se fían de esa estrella más clara que ha nacido. Sienten también dificultades en el proceso de búsqueda. A veces la estrella se oculta y necesitan indagar. Finalmente se produce el encuentro anhelado, que les colma de alegría. Se postran ante Jesús para ofrecerle lo mejor de sí mismos, sus personas, junto con Oro, Incienso y Mirra. Entrega total al niño que es Hijo de Dios. Después de este encuentro decisivo su vida cambia de rumbo: "Se volvieron a su casa por otro camino".

Éste es para nosotros un relato ejemplar que muestra el proceso de fe de cada uno. Hemos descubierto dentro de nosotros la estrella de Jesús. La luz interna que activa nuestro ser para acudir al encuentro del Hijo de Dios, en quien descubrimos todos los valores: bondad, alegría, fe, solidaridad, amor, paz, compromiso, libertad, tolerancia, esperanza, entrega... Este camino tiene dificultades. En el sendero hay subidas, bajadas, repechos, curvas cerradas. A veces la estrella se oculta y viene la atonía, el desencanto. Necesitamos descubrir la estrella otra vez. ¿Cómo? Volviendo a nuestro interior. Ahí en el silencio Dios nos ofrece luz. Alguna vez tratamos de buscarla en lo exterior, el bullicio, el ruido. Pero la estrella está dentro.

Al final del viaje nos postramos ante el niño ("Venimos a adorarlo"), para ofrecerle nuestra persona como el don más precioso y Él nos colma de alegría. El encuentro transforma nuestra vida. Como los magos regresamos a las tareas cotidianas "por otro camino" llenos de alegría, esperanza y decisión. El año que hemos iniciado hace unos días nos habla de novedad de Dios, de ilusión, de compromiso.