Reflexiones Bíblicas Dominicales

Domingo de Resurrección, Ciclo A

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Hch.10,34.37-43: Sal.117: Col.3,1-4: Jn.20,1-9:

HECHOS. Los Hechos de los Apóstoles es una obra que continúa, como una segunda parte, el evangelio de Lucas. Este libro está volcado en los comienzos del anuncio misionero y en los primeros pasos de la comunidad cristiana: su estilo de vida -en ocasiones más ideal que real-, su expansión y organización, sus persecuciones... El texto de hoy tiene como contexto el discurso de Pedro en la casa de un pagano, en concreto de un centurión romano, Cornelio. Pedro (y la Iglesia) han superado las barreras del judaísmo y se han abierto a todos los pueblos en el anuncio del mensaje de salvación.

En este texto hay un anuncio de la salvación ofrecida por Dios, por medio de Jesús, que se hace patente a través de su muerte y resurrección. Este es el centro de la predicación cristiana.

El centro de este anuncio no es una doctrina teológica ni moral. Es una persona: Jesús, el Ungido de Dios. Y cuanto se dice de Él está avalado por el testimonio de la experiencia personal.

Testigos de la muerte del Nazareno lo fueron cuantos allí había, seguidores y detractores; pero testigos de su resurrección sólo lo fueron quienes Él había designado. Y en la fuerza y veracidad de su testimonio se basa la fe de cuantos se confiesan cristianos.

El testimonio de estos hechos y su significado es la razón de la existencia de la Iglesia. Ella está al servicio del testimonio y del anuncio. De un anuncio que no sólo proclama algo sucedido, sino que, además, lo actualiza y hace realidad en cada una de las personas que acogen su mensaje.

EVANGELIO. El evangelio de Juan nos habla hoy precisamente de ese conjunto de dificultades que nublan el entendimiento humano y lo hacen incapaz de comprender las verdades de la fe. Los discípulos y discípulas no deben ir a buscar al Maestro al sepulcro. El lugar de Jesús de Nazaret ya no está entre los muertos, sino en la presencia de Dios, desde donde anima a la comunidad a continuar su misión. 

Pedro y el otro discípulo corren alertados por la voz de la Magdalena. Pero, sólo el otro discípulo comprende el significado de la ausencia de Jesús. Pedro examina la tumba y las vendas, pero su entendimiento aún está atado a sus temores.

El texto nos invita a hacer un camino de fe que nos haga comprender el significado de la resurrección de Jesús para nuestras vidas. No basta con correr de un lado para otro buscando al Señor, sin comprender lo que su resurrección significa. Es necesario aprender a descubrir en los signos de muerte el germen de la vida. Allí donde el discípulo desprevenido experimenta el vacío de la tumba, el ‘otro discípulo’, el que ama entrañablemente al Señor, descubre la manifestación más profunda del Dios de la vida.