Reflexiones Bíblicas Dominicales

Domingo V del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Introducción a las lecturas

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Job.7,1-4.6-7: 1Cor.9,16-19.22-23: Mc.1,29-39:

JOB. El libro de Job, como sabemos, es una auténtica joya literaria dentro de la Biblia. Es una reflexión sapiencial sobre ese problema irresoluble, o mejor, ese misterio eterno que es el mal. El misterio del mal, su presencia injustificada en el mundo, ante la cual necesitamos justificar a quienes podrían resultar implicados por la existencia del mal: Dios en primer lugar.

Lo importante del libro de Job no son los datos históricos sobre Job (que no existen, pues no es un libro histórico), ni las respuestas de tipo explicativo que quisiera dar sobre el dolor humano, sino la sabiduría que encierra en sus reflexiones.

La sabiduría no evoluciona como las ciencias; la sabiduría se mantiene, y hoy la humanidad sigue viviendo de la sabiduría de personajes como Confucio, Buda, Sócrates, Jesús... En realidad no hemos avanzado sobre aquella sabiduría fundamental adquirida hace ya tres mil años... En esa perspectiva debemos escuchar y leer el libro de Job

EVANGELIO. Tengamos hoy presente que la primera comunidad cristiana recordaba a Jesús de esta manera: "Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él". (Hech 10, 38). Toda la vida de Jesús, su enseñanza, sus gestos, están encaminados a curar. En Jesús la oferta de Dios nunca es un discurso vacío; va íntimamente ligada al amor, a la atención a los otros en la curación. Fijémonos en Él, en su preocupación por cada persona y pensemos si podemos hacer algo parecido en nuestros ambientes de incomunicación y pragmatismo.

La tarea de nuestras comunidades cristianas consiste en ofrecer la experiencia que ayude a otros a encontrar, en el Dios de Jesús, el amor que puede unificar sus vidas. Quizá nos detenga el hecho de que son bastantes los que se han distanciado del mundo religioso o no son sensibles a sus prácticas. Pero pensemos que tampoco Jesús permanece en la sinagoga, sino que sus curaciones y expulsiones de demonios se dan en la vida cotidiana, en medio de las gentes. De igual forma es un reto para los creyentes de hoy encontrar a Dios en lo cotidiano, descubrirlo en las aspiraciones y frustraciones diarias.

La evangelización -la nuestra, como la de Jesús- no puede ser sólo cuestión de hablar, sino de hacer, de construir: luchar contra el mal, sanar, curar, rehabilitar a los hermanos, ponernos a su servicio, acompañar y dignificar la vida que, en todas sus manifestaciones, es manifestación de la mano creadora de Dios.