Reflexiones Bíblicas Dominicales

Domingo XII del Tiempo Ordinario, Ciclo A 

Introducción a las lecturas

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Jeremías 20, 10-13: Romanos 5, 12-15: Mateo 10, 26-33: 

JEREMÍAS. Jeremías significa: Dios consuela. Su nombre se debe a que, en diversas ocasiones, el profeta exterioriza, desilusionado, su estado de ánimo ante el frustrante resultado de su misión.

La frustración le viene no sólo porque no se haga caso de las denuncias tan graves que hace, sino que, precisamente por ellas, es perseguido, corriendo incluso en ocasiones grave peligro de muerte. Sintió miedo y ganas de dejarlo todo. El v. 9 de este pasaje así lo manifiesta: "Yo me decía: "No pensaré más en Él [Dios], no hablaré más en su nombre". Tenía pocos apoyos y hasta su familia parece abandonarlo.

Su constancia está asentada en una honda experiencia de Dios. Jeremías siente cómo el Señor se compromete totalmente con la historia de su pueblo. Y siente también que, en su denuncia, Dios está con él. No puede estar equivocado: "Pero el Señor está conmigo [...] mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo". No es terquedad, es confianza, seguridad, honestidad de conciencia.

Aunque con una actitud legítima en aquella época pero impensable hoy entre nosotros, el profeta espera que Dios haga valer su justicia vengándose de sus enemigos. Como siervo de Dios está convencido de que Él, que auxilia a los pobres, saldrá también en su defensa.

EVANGELIO. La misión, que Jesús confía a sus discípulos genera en ellos una sensación de miedo. Los discípulos de Jesús saben que, por predicar con libertad, a Juan Bautista le ha llevado Herodes a la cárcel y le ha cortado la cabeza; y están viendo que el mismo Jesús, aunque logre el aplauso de los sencillos, tropieza con la resistencia de los dirigentes. Éste es el contexto en el que Jesús les repite tres veces la consigna: "No tengáis miedo" a anunciar el evangelio del Reino

Los discípulos que Jesús envía al mundo han de ser muy valientes en el anuncio del mensaje, sin rebajar sus exigencias, ofreciendo una versión descafeinada del evangelio, ni justificar la mediocridad en el seguimiento. Ponerse de parte de Jesús ante los hombres exige fidelidad sin grietas, y eso nos asegura que Jesús se pondrá de nuestra parte ante el Padre del cielo. Abrir alguna fisura es colocarse en la pendiente de negarle, y entonces él nos negará ante el Padre del cielo.

La vida sin riesgo no es la aventura a la que está llamada; la aventura pertenece a la constitución humana. Por eso, aún es tiempo de pioneros, de personas arriesgadas: cooperantes, misioneros, buscadores/as, peregrinos, viajeros de increíbles recorridos por el mundo. Son los profetas del riesgo y de la fraternidad; del riesgo, porque siempre será un riesgo abrirse al corazón del otro y a la cultura del distinto/a; de la fraternidad, porque, en el fondo, abrir caminos es la manera de hacer hermanos/as. El mundo les debe mucho a estos pioneros, aventureros, gente del riesgo.