Reflexiones Bíblicas Dominicales

Domingo XXV del Tiempo Ordinario, Ciclo A 

Introducción a las lecturas

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Isaías 55,6-9: Filipenses 1,20-24.27: Mateo 20,1-16:

ISAÍAS. Una gran parte de la población israelita vive desterrada en la tierra de Babilonia, y su país ha sido desolado. Hoy como ayer las ambiciones de los poderosos se abaten sobre los débiles para despojarlos de sus bienes y de su dignidad.

Sin embargo, en medio de esa miseria personal y comunitaria, la palabra de Dios se levanta poderosa por boca del profeta; estos no son los planes de Dios, el creador del mundo no está satisfecho con la miseria de los hombres. La historia ha enseñado a los israelitas que Dios siempre está a su lado, pero no para satisfacer sus caprichos o para cerrar los ojos a sus despropósitos. El Señor no está dispuesto a apoyar a un pueblo que esquivamente desoye su voz y abandona sus compromisos.

El Señor, el soberano del mundo, no se cierra a los pecadores. Es más, los busca, sale a su encuentro... Pero el hombre debe poner también algo de su parte y contribuir a la gracia divina: "Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca".

Quien busca al Señor lo encuentra, pues Él se hace el encontradizo. Y de ese encuentro surge la luz; una luz que ilumina el fondo del alma humana. Cuando esto ocurre es necesario reconducir la vida conforme a esta iluminación. El ser humano es consciente de la tiniebla que habita en él, de su pecado; pero Dios "es rico en perdón". La luz de Dios sobre el hombre no lo hunde en su pequeñez, por el contrario, le hace descubrir que "mis planes no son vuestros planes..." Los caminos del Señor son mucho más elevados que los de sus criaturas.

Convertirse al Señor es abrirse, desbordar los límites que nos impone el pecado, reduciéndonos a lo caduco que hay en nosotros. Convertirse es confiar en los planes de Dios, que sobrepasan inconmensurablemente los del hombre; es confiarse a su cuidado, dejar que sea él quien tome la iniciativa de nuestra vida, quien marque la ruta. Yesta confianza dará su fruto.

EVANGELIO. En la parábola de los trabajadores descontentos con la paga se refleja el modo de actuar de Dios contrario a nuestra mentalidad utilitarista. Es claro que el encuentro entre judaísmo y cristianismo en el seno de una misma comunidad resultó bastante complicado. Era inaceptable que los recién conversos tuvieran el mismo trato de los que han pertenecido desde tiempos antiguos al pueblo elegido.

El sistema religioso del tiempo de Jesús y de las primeras comunidades centraba la práctica religiosa en el mérito y la paga. La salvación se había convertido en un mercado de compra y venta. Jesús cuestiona a fondo esta mentalidad que tanto mal le ha hecho al pueblo. La salvación es don gratuito de Dios. Y la gracia tiene que ver con el amor misericordioso. Dios no maneja nuestros esquemas contables interesados y lucrativos. Para Dios, tanto los primeros como los últimos son objeto de su inmenso amor y misericordia.