Reflexiones Bíblicas Dominicales

Domingo XXVII del Tiempo Ordinario, Ciclo A 

Introducción a las lecturas

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Is.5,1-7: Filip.4,6-9: Mt.21,33-43: 

ISAÍAS. Este texto de Isaías se lee hoy por su clara relación con el pasaje evangélico de Mateo. En ambos casos se expone una historia simbólica, una parábola, en la que el oyente se convierte en juez y en parte. En el caso de Isaías, la viña, centro del relato, representa al pueblo de Israel, que por otra parte es la audiencia que tiene frente a sí el profeta, y a la que se le pide que juzgue, es decir, que se pronuncie contra sí mismo porque el veredicto del juicio ha de ser, necesariamente, condenatorio.

Por si no queda claro, por si sus oyentes no comprenden bien la ironía de la parábola y (valga la imagen) se vayan por las ramas, el profeta aclara cuál era este fruto. Y como siempre, en la línea profética más tradicional, Isaías echa en cara a su pueblo que lo que Dios esperaba de ellos era justicia y derecho; pero en cambio no ha obtenido sino asesinatos y lamentos. A Dios no se le satisface con el culto, sino con la justicia. Aquél sin ésta le resultan vacíos y ofensivos (cf. Is 1, 10ss).


EVANGELIO. El texto evangélico de hoy se divide en dos partes: la parábola de los viñadores homicidas (vv. 33-39), y la interpretación que Jesús mismo da de la misma (vv. 40-44). La parábola se desarrolla en dos escenas: una, muy breve, fija la atención en la figura del amo de la viña, que marcha de viaje y se la arrienda a unos labradores (v. 33); la otra, más larga, nos cuenta los tres intentos fracasados que hace el amo para recoger los frutos que haya producido (vv. 34- 39). El escenario en que Jesús narra la parábola es Jerusalén; sus destinatarios, que sólo conocemos al final del relato (v. 45), son los sacerdotes y los fariseos; el ambiente es el clima hostil, electrizante, de clara confrontación con los enemigos de Jesús, que andan planeando su muerte.

Israel fue infiel a las repetidas llamadas divinas, desoyendo a los profetas y llevando a la cruz al Mesías, a Jesús de Nazaret, Hijo de Dios. La denuncia de esa iniquidad es un aviso para nosotros, a quienes Dios ha confiado la viña de sus amores, el Reino de Dios y la iglesia. La parábola nos pone en guardia a los cristianos; lo más terrible sería considerarnos dueños de una viña que no es nuestra. Pero también sería una desgracia andar a la gresca con otros viñadores, cuando todos trabajamos en la misma viña y estamos comprometidos a seguir al único Señor.