Reflexiones Bíblicas Dominicales

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario, Ciclo A 

Introducción a las lecturas

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Sabiduría 6,12-16: 1Tesalonicenses 4,13-18: Mateo 25,1-13:

SABIDURÍA. La primera lectura es un himno que canta los maravillas de la Sabiduría. Está tomada del Libro de la Sabiduría y describe la tensión vital entre la propia sabiduría y el buscador de aquélla; es una dialéctica de búsqueda y encuentro, donde comparten iniciativa y empeño la sabiduría y quien la persigue. Hay como un mutuo y compartido afán de salirse al encuentro. "La sabiduría se anticipa a darse a conocer...busca por todas partes a quienes son dignos de ella...en los caminos se les muestra benévolos...les sale al encuentro en todos sus pensamientos..."

Pero en el hombre hay una actitud correlativa: "fácilmente la ven los que la aman y la encuentran los que la buscan"; "se anticipa a darse a conocer a los que la desean;, "pensar en ella es prudencia consumada..." Esta es una llamada hacia el interior, hacia el pozo más hondo de uno mismo, donde encontrará el profundo y genuino sabor de las cosas y del espíritu. No hay posiciones definitivamente tomadas que inviten a la instalación; constantemente se está moviendo la frontera y a medida que avanzamos por el camino, recibimos las consignas de lo alto, porque quien sopla es el Espíritu.

Importante darse cuenta de que la Sabiduría es presentada en este libro como «personificada», pero no «hipostasiada»: la personificación es simplemente una figura literaria, una forma de hablar

EVANGELIO. El evangelio del día de hoy nos trae la parábola de las diez vírgenes, prudentes y necias, que estaban esperando al novio. No dice a sus novios o a los novios. «El novio» designa a Jesús mismo (Mateo 9, 15). Y recordemos que el reino de Dios también es simbolizado con un banquete de bodas...

En la noche de la espera, de la espera ya adormilada, se ha oído la voz, que es como grito que traspasa: "Que viene el esposo, salid a recibirlo". Es la sutil, mínima e imprescindible consigna cristiana, que necesita de dos verbos en movimiento: por una parte, el esposo "llega", y ésta es la parte que a él le corresponde en la tarea, "venir", "acercarse a nosotros". Jesús siempre viene.

Pero hay que partir el camino; nosotros tenemos que recortar la distancia que nos separa de él, "hay que salir a recibirlo". Es de noche, está siendo, sin duda, de noche y hay que estar preparados, tener luz suficiente para no confundirnos de camino ni de esposo. El nuestro no viene de tan lejos, está encarnado en los seres dolientes, abandonados y, aparentemente, sin boda que celebrar. Pero el esposo viene con ellos y en ellos y hace falta mucha luz para identificarlo entre los pobres, los marginados y los desahuciados de todos los festines: en el nuestro caben todos. Vamos al encuentro del Señor que viene por todos los caminos.

La parábola es una seria llamada de atención para nosotros. "velad y orar, porque no sabéis el día ni la hora". No dejen que en ningún momento se apague la lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el último. Estén atentos, porque la fiesta de la vida está teniendo lugar ya, ahora mismo. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la fe, con el aceite de la fraternidad, de la caridad mutua. Nuestros corazones llenos así de luz nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora.